"El Flautista'' como "Pinocho y Pepito Grillo'', dos íconos de muñecos autómatas pasados a parlante.


Nacido un 24 de febrero de 1709, Jacques de Vaucanson, excelente relojero pero con amplios conocimientos de música, anatomía y mecánica, quería demostrar mediante sus autómatas la realización de principios biológicos básicos, tales como la circulación, la digestión o la respiración. Sobre esta última función versó su primera creación "El Flautista'', figura con forma de pastor y de tamaño natural que tocaba el tambor y la flauta con un variado repertorio musical. Vaucanson lo presentó en la Academia de Ciencias de Francia cosechando un gran éxito. Más tarde, en 1738, crea su segundo autómata llamado "El Tamborilero'' como una versión mejorada del primero. En esta ocasión la figura tocaba la zampoña de Provenza y el tamboril con veinte melodías distintas. El tercero y más famoso fue "El pato con aparato digestivo'', transparente y compuesto por más de cuatrocientas partes móviles y que batía las alas, comía y realizaba la digestión imitando al mínimo detalle el comportamiento natural del ave. Pasados los años, Vaucanson, cansado de su propia obra, vendió las figuras en 1743.


Posiblemente el mejor y más conocido creador de autómatas de la historia. Pierre Jaquet-Droz, suizo nacido en 1721, es el responsable de los tres autómatas más complejos y famosos del siglo XVIII. Sus tres obras maestras ("La pianista'', "El dibujante'' y "El escritor''), que fueron contemplados por reyes y emperadores de Europa, China, India o Japón. Dentro de los autómatas hay un grupo que ha tenido una gran difusión a lo largo de la historia, las cabezas parlantes, seres que se creían entre la mecánica y la magia que hablaban, aconsejaban a sus dueños o predecían el futuro. La leyenda y el mito han influido mucho en este tipo de mecanismos encontrándose las primeras versiones en antiguos cuentos árabes. Uno de los ejemplos más famosos es la cabeza con forma de hombre de Roger Bacon (1214-1294), hecha de latón y que podía responder a preguntas sobre el futuro, la de Alberto Magno con forma de mujer, la de Valentín Merbitz que decían que hablaba varios idiomas, otros dicen que gracias a un ventrílocuo, la cabeza parlante del papa Silvestre II, o la figura de la santa que hablaba de Atanasio Kircher, además de su libro "Misurgia Universalis'', donde describe con detalle la creación de figuras que pueden mover los ojos, labios y lengua. Las aventuras de Pinocho (en italiano: Le avventure di Pinocchio), es una obra literaria escrita por el autor italiano Carlo Collodi. Fue publicado en Italia en el periódico "Giornale per i bambini'', desde 1882 hasta 1883, con los títulos "Storia di un Burattino'' ("Historia de un títere''), ilustradas por Enrico Mazzanti, y es una de las obras más leídas a nivel mundial. Gepetto, el viejo carpintero, deseaba que su última creación, "Pinocho'', una bonita marioneta de madera, pudiera convertirse en un niño de verdad. El Hada Azul le concedió el deseo, no sin antes advertir a Pinocho que para ser un niño de verdad, debería demostrar que era generoso, obediente y sincero. Pepito Grillo le ayudaría en esta labor, él sería su conciencia. Los días siguientes, en vez de ir al colegio, Pinocho se verá envuelto en una serie de malas aventuras llenas de desobediencias y mentiras, sufriendo el castigo de ver crecer su nariz de madera cada vez que miente. Pero en el fondo, Pinocho tiene un buen corazón y gracias a Pepito Grillo se dará cuenta de todos sus errores. Al fin Gepetto consigue su anhelado deseo, que Pinocho se convierta en niño y Pinocho no vuelve a ser desobediente ni a portarse mal, ni a decir mentiras.

Por Mario Daniel Correa D'Amico
Filósofo y pedagogo, profesional de la educación con doctorado y especialización en el Área.