Hace 106 años que se erigió en Mendoza el Cristo Redentor, monumento especial como pocos en el mundo, no solo por su connotación cristiano-religioso, sino por su significado histórico-moral que refrenda un verdadero lazo de amistad entre dos naciones, Chile y Argentina, y dos pueblos, argentino y chileno.

Argentina y Chile ocupan en su totalidad el cono sur americano, compartiendo a lo largo de 4.500 kilómetros una "frontera" común, como lo es la cordillera de los Andes. Este accidente geográfico alguna vez se convirtió en espacio común cuando ambas naciones se enfrentaron a las fuerzas opresoras de la corona española culminando con la admirable proeza libertadora del General José de San Martín, prócer a quien muchos americanos le faltamos el respeto, pues le debemos el sentimiento de integración que el sembró y que muchos no han respetado promoviendo la discordia y el disentimiento colocando a las nuevas naciones en situación de riesgo y necesidad.

En 1904, las relaciones entre argentinos y chilenos no era la mejor, de ahí la necesidad de que los gobiernos, luego del Pacto de Mayo, promovieron la inmortalización del deseo de hermanarse. A esto debemos sumar la importante participación de la Iglesia a través de su representante en Cuyo el obispo Marcolino del Carmelo Benavente que residía en San Juan, quien expresó: "La forma que hemos determinado para manifestar la fe y gratitud es erigir una estatua colosal en la cumbre de los Andes a Cristo Redentor".

Cumplido el acto en la fecha prevista, entre los discursos alusivos destaco el siguiente fragmento del Ministro de Relaciones Exteriores de Chile Raimundo Silva Cruz:

"Hemos fundado la paz, hemos afianzado la fraternidad en este extremo del continente americano, y hemos echado así las bases del progreso de estos pueblos.

Hoy la reciproca confianza une los corazones que palpitan a uno y otro lado de estas montañas. Mañana el riel unirá los territorios. Mas tarde las relaciones de capital, de la industria y del comercio unirán los intereses.

Esta triple unión labrara la grandeza de ambas nacionalidades, y la historia consignará la fecha de este día en que hemos venido a consagrar esa unión al pie de este monumento, obra soberbia de arte, alzada sobre el mas grandioso de los pedestales, obra de la naturaleza; al pie del Divino Apóstol de la Fraternidad, de Aquel que grabó en el pecho humano el mandato sublime: amaos los unos a los otros.

Símbolo de amistad, colocado en el limite de dos pueblos hermanos, la imagen del Cristo de la Paz se alzará entre el cielo y la tierra, en el éter purísimo de las alturas, para decir a las generaciones venideras de argentinos y chilenos: mantened altos la mirada y el pensamiento; no los bajéis a lo que divide, fijadlos siempre en el bien común".

Creo que nunca más que ahora, a pocas semanas del tremendo terremoto que afectara al pueblo chileno, este mensaje de hace 106 años es tan valedero, al comprobar las muestras de afecto y solidaridad del pueblo argentino, y en particular a los sanjuaninos, a quienes deseo brindar mi mayor gratitud y bendiciones por la generosa ayuda a mis compatriotas en tan difícil trance.