Un mensaje de paz, unión y reconciliación ha dirigido al mundo el Papa Benedicto XVI, en especial a Medio Oriente, para que no prolifere la violencia, y un sentimiento de hermandad una a los occidentales con los egipcios, quienes mantienen un grave conflicto político y social.

En una jornada de oración especial, el Papa ha pedido que cese el espíritu de ira y sublevación que reina en Egipto. Es un llamamiento en procura de la fraternidad que viene impulsando junto a las ideas de ecumenismo y tolerancia desde fines del año pasado y renovadas en 2011. No es un simple discurso del Sumo Pontífice sino un pedido entrañable para que la hermandad se imponga a un caos, donde está presente la semilla del rencor y las apetencias que llevan al hombre a alejarse de todo lo espiritual.

En otro orden de cosas ha rogado por los enfermos, para que los médicos tengan sabiduría de corazón y paciencia sumados al estudio y fortaleza para disminuir los males que aquejan a la humanidad, entendidos como una estructura biopsíquica portadora de valores que merecen mayor dignidad y calidad de vida. Tanto en su mirada a Medio Oriente como en todo lo que afecta al hombre en su diario quehacer, Benedicto XVI puso especial énfasis en la caridad y en la piedad, dos formas del bien que deben llenar de beatitud el alma y ayudar a aquietar los ánimos encendidos por exaltados a quienes guían fines que no se corresponden con la convivencia pacífica.

El mensaje señala un racionalismo particular de quien desde la profundidad de su espíritu y su conciencia observa los perfiles netamente humanos que erosionan la pacificación de los pueblos, única forma de bienestar y progreso.