Contrariamente a lo supuesto, la tuberculosis es una enfermedad que está lejos de ser erradicada en el mundo. Es que la globalización provoca rebrotes donde se la creía eliminada, incluyendo países desarrollados con inmigraciones clandestinas. Ante este cuadro, la Organización Mundial de la Salud (OMS) propuso a los 33 miembros con la incidencia más baja del flagelo, el objetivo de reducir los nuevos casos a menos de diez por un millón en 2035, y la eliminación total para 2050.
La OMS considera posible eliminarla para 2035 en Australia, Austria, Bahamas, Bélgica, Canadá, Costa Rica, Cuba, Chipre, República Checa, Dinamarca, Finlandia, Francia, Alemania, Grecia, Islandia, Irlanda, Israel, Italia, Jamaica, Jordania, Luxemburgo, Malta, Holanda, Nueva Zelanda, Noruega, Puerto Rico, Eslovaquia, Eslovenia, Suecia, Suiza, Emiratos Arabes, Estados Unidos y los territorios palestinos.
Con la globalización y los desplazamientos, la tuberculosis no conoce fronteras. La ola masiva de migrantes irregulares de África subsahariana y Siria la llevó en los últimos meses a Italia, por ejemplo. Otro colectivo especialmente vulnerable es el de inmigrantes y, dentro de éste, los que atraviesan las fronteras usualmente de manera clandestina, como en el caso de la zona entre EEUU y México.
El organismo busca una estrategia con medidas que han probado ser eficaces, como reforzar las acciones preventivas, de diagnóstico y los tratamientos en los grupos más vulnerables, como los inmigrantes. Pero ninguna vacuna es eficaz aunque en algunos países se mantiene la recomendación de vacunar a los recién nacidos o a edad muy temprana, pero tal protección termina en la infancia y no cubre en la vida adulta. Todas las vacunas sometidas a exámenes clínicos han fracasado en los últimos años y aunque hay doce en desarrollo en EEUU y el Reino Unido, ninguna estará lista antes de diez años.
El principal obstáculo es el económico, según la OMS. La tuberculosis multirresistente requiere un tratamiento muy costoso y se prolonga por dos años, frente a los seis meses en casos normales. Un semestre de tratamiento para la tuberculosis normal cuesta 30 dólares, mientras que la multirresistente requiere de un tratamiento que en los países occidentales puede costar entre 50.000 y 100.000 dólares.