Entre las figuras históricas sanjuaninas hay cuatro nombres y quizás pudiéramos hablar de media docena, cuya relevancia ha dejado la huella de la provincianía y en la Argentina toda. Nombrar a Francisco Narciso de Laprida, Fray Justo Santa María de Oro, Domingo F. Sarmiento y Guillermo Rawson, es circunscribir los aportes de San Juan a cuatro personalidades disímiles pero que hicieron la Patria cada uno a su valioso modo.

También Salvador M. del Carril, y como ejemplo de caudillo manso a Nazario Benavídez , pero hay que ser realistas: No tuvieron la trascendencia para el país que hubiéramos querido y que les reconocemos en nuestro lar cuyano. Y Argentina, de un confín a otro todavía no se pone de acuerdo en reconocer sin polemizar la que entre los mencionados es preeminente, como hombre de impulso, genio e ideas que fue y es aún hoy Domingo Faustino Sarmiento.

Nació hace 200 años en discutida fecha ya que los santos Valentín y Faustino -tales los nombres de pila que recibió- corresponden a los días 14 y 15 de febrero, respectivamente, y el acta dice "bauticé a Faustino Valentín de un día'' siendo esta última la fecha que señaló el propio dueño del santo como el de su onomástico. Era un viernes, seguro ardiente y agobiante como todos nuestros veranos y más en aquellos tiempos de lucha franca contra el calor que pedían arboledas y acequias cantarinas y casas altas, cerradas, con galerías frescas y pintadas de colores claros a la cal. Y fue grande. Con la grandeza de los que saben, sienten, vibran y pelean duro.

Con Sarmiento se han tomado dos caminos extremos: Se lo ha amado u odiado, se lo ha discutido o se han escrito loas a su vida y obra. Lo cierto es que el peso de su figura no tiene parangones en nuestra historia provincial y no creemos que lo tenga en la Argentina, más allá de muchos héroes bravíos que enorgullecen a diferentes provincias.

Porque el "loco'', que referían los diarios de Buenos Aires, que era mirado con rabia, con envidia, sin comprenderlo, fue loco por decir muchas verdades -sus verdades que luego hemos reconocido y que en el siglo XXI aún nos azotan en la cara-: el argentino es indolente, si puede esquivarle a ir a la escuela, trabajar, leer, estudiar, lo hace. Hoy se llaman "vivos'' los que pasan por sobre los otros sin amoldarse a leyes, a tiempos, a formalidades, al orden natural de las cosas. Contra esa gentuza peleaba el gran sanjuanino. Ese era el el indolente, el que robaba y mataba embebido en sus vicios y conforme con su pobreza moral, material y espiritual. ¿Extranjerizante? Mejor no hablar de la razón que tuvo en admirar al gigante del Norte.

Estados Unidos puede tener la crisis más grande pero no olvida sus luchas, sus valores, su unidad, y si de adversidades se trata, ha sabido sortearlas con la fuerza de esa unidad aunque sus husos horarios y hasta el clima les varíe de uno a otro extremo de su geografía. Jamás pondrían en dudas a George Washington, a Franklin, a Lincoln o Kennedy. Probablemente si fuéramos la gran potencia del Sur nos comportaríamos también nosotros con la suficiencia de los poderosos.

La historia nos ha mostrado que no somos cien millones y que si bien tenemos todavía el potencial que Sarmiento veía para nosotros, sin demostrarlo al mundo. ¡Brasil es el gigante del Sur! pudiendo ser nosotros. Vio potencial en las mujeres para modelar almas, que no es otra cosa que el ejercicio amoroso de la enseñanza. Nos enseñó el respeto y amor por su madre, y si tuvo que quejarse de su padre lo hizo. Nos legó una profundidad de ideas y de sentimientos patrióticos que son indiscutibles por su fuerza de convicción y un respeto por los padres de la Patria, por los forjadores de la nacionalidad, que son ejemplo nunca desmentido de lo que es sentirse argentino. Su impecable oración a la Bandera es síntesis del amor por la Patria que todo argentino de bien debería tener. ¿Es de locos decir "la educación de los hijos es incumbencia de la paternidad?" Si es lo que actualmente pregonamos. ¿Es de locos querer educar al soberano? ¿Es de locos decir que hay que principiar a ser patriotas en el colegio, sometiéndose honorablemente a la disciplina? Hoy nos rasgamos las vestiduras diciendo que los chicos no obedecen, que ya no hay respeto y que cada quien quiere hacer lo que le parezca en la calle, en la casa, en la escuela. ¿Estamos todos locos al decir que hay que volver a la lectura en el aula y al amor por el libro, tal como él lo decía?

Sepa la República que 200 años hace, le nació en esta ardorosa tierra árida y empecinada, un hombre forjado en la mediocridad y chatura de la aldea con "la dignidad de un hidalgo'', con la de la familia contenedora y primera en darle elementos materiales, espirituales y morales de manera honrosa que marcaron su sino. Especialmente en el tesón del trabajo, la luz de los libros, la fe y la resistencia a dejarse llevar por la indolencia. No dejó de ser humano, por lo tanto son entendibles sus pasiones y sus contradicciones, y muy seguramente sus errores. Si envanecido en sus convicciones no hubiera persistido en el hacer, nada de su obra sería palpable como lo es hoy a cada paso. Si eso era estar loco... ¡bendita sea la locura...!