Si los contenidos pedagógicos y formativos de nuestro sistema educativo argentino no priorizan como eje fundamental la unión de la familia, no sólo existirán grietas sino que seremos testigos del derrumbe de nuestra sociedad.


Por largos años se sostuvo que la célula fundamental de nuestro país es la familia, sin embargo, esta afirmación ya no alcanza para entender el complejo fenómeno del tejido social, por lo que es absolutamente necesario incorporar impostergablemente, unidades y programas educativos que fortalezcan la unión familiar, como muestra concreta a nuestros hijos de que los adultos somos capaces de conducir no sólo una pequeña organización familiar sino fundamentalmente los destinos de una nación.


Quizás uno de los síntomas mas observables de nuestro tiempo es el actual conflicto por la independización de Cataluña de España y antes, con los intentos similares de separación del pueblo vasco como ejemplo inmediato. Es que este fenómeno que azota a grandes comunidades sociales aparece como de carácter administrativo, económico o cultural, sin embargo las raíces de la disgregación social están en la misma familia.


Hoy no sólo los pueblos se separan o dividen sino que las mismas familias son las que padecen este grave síntoma. Otro elemento que aparece en las relaciones humanas, como unido al factor de desintegración social, es la falta de tolerancia en la misma convivencia y hacia la realización de metas u objetivos de la persona. Un ajustado e inmediato orden a este hecho descripto jamás podría ser inoportuno, más, todo lo contrario se presentaría como una señal de maduración de un modelo actuante que se pretende sea ejemplar para una sociedad civilizada. Si Sarmiento ha sostenido "hay que educar al soberano'', desde mi aporte como educador sostengo que "hay que sostener la familia''. Hoy más que nunca sería pertinente una encíclica desde la iglesia que afirme conceptos de la unión familiar, así como oportunamente lo fue "Mater et magistra'' (latín: 'Madre y Maestra''). Es una carta encíclica del papa Juan XXIII que fue promulgada el 15 de mayo de 1961. Fue anunciada el día anterior ante miles de personas en un discurso dirigido "a todos los trabajadores del mundo'' por la que se advierte que la cuestión social tiene una dimensión mundial. Insiste categóricamente en la importancia y trascendencia de la dignidad de la persona humana, en la valoración del trabajo y en su justa remuneración. Subraya la importancia de la creciente sociabilidad humana en sus diversas manifestaciones en el mundo.


De la misma forma en la encíclica "Familiaris Consortio'' (22 de noviembre de 1981) Juan Pablo II sostiene que el matrimonio y la familia constituyen uno de los bienes más preciosos de la humanidad.


Por último en "Amoris laetitia'' (19 de marzo de 2016) el papa Francisco aborda el amor en la familia, sosteniendo que "la alegría del amor que se vive en las familias es también el júbilo de la Iglesia.''


La Iglesia ya ha hecho su parte, estaría oportuno una intervención más desde La Doctrina Social de la Iglesia, incorporar una reflexión sobre como sostener el valor de la familia como pilar fundamental de formación de los pueblos. Indudablemente que la responsabilidad hoy deberá recaer en los gobiernos que conjuntamente con el Ministerio de Educación de cada provincia tendrá que incorporar el objetivo de enseñanza relativo al fortalecimiento y unión de la familia para sostener una nación, apelando a programas y planes de estudio con vistas al fin mencionado.