Vos, mi amigo de toda la vida, sos mi jefe. En el partido y en la administración. Me ponés al frente de una empresa con la condición de que siempre tendrás la última palabra, no importa que deba administrar dinero ajeno, bueno, estamos hablando de un banco. Como sabés, ese banco tiene en propiedad reservas en divisas extranjeras resultado de exportaciones de productores del campo y algunos industriales, préstamos ya liquidados y plata de la gilada que la pone a plazo en otros bancos a los cuales se les exige "encajes", es decir, deben traer a mi banco, digo al que yo administraré, parte de la plata de la gilada. Si algún día te empieza a faltar efectivo, por la razón que fuere, me exiges, bueno, mejor dicho me pides, que te preste. Yo no debiera hacerlo porque se supone que mi empresa, digo, mi banco, es independiente de lo tuyo y yo sé que no me pagarás porque la cosa no viene bien, algunos dicen que estás quebrado y seguís teniendo pérdidas mensuales pero, sos mi jefe y ni a mí ni a vos nos controlan (es más, recordá que somos nosotros quienes controlamos a los demás, ja, está demás que te diga eso). La cosa está hecha, si necesitás te presto. Llegado el caso vos, que sos mi jefe, recibís dinero contante y sonante y me entregás a cambio una especie de "pagaré" aunque con otro nombre, ya inventaremos algo. Esa especie de pagaré que en realidad debiera decir "no pagaré" estará firmado por un monto muy superior al prestado, digamos para hacer cifra redonda, el 50 por ciento más. A quien no piensa pagar, que serías vos, le interesa poco o nada firmar cualquier cosa. Yo, como vos sabes, soy bastante ducho en las cuestiones contables, así que incluiría ese papel como activo en mi balance anual (digo el de mi banco).

Una maniobra de este tipo podría merecer el premio anual a la "contabilidad creativa". 

Te lo explico de otra forma, dibujo que gané un fardo de plata porque presté 100 y me firmaron un papel por 150. Eso me permitiría emitir acciones (dinero nuevo) por los 50 sobrantes y colocarlas forzadamente en manos de otros giles a los cuales les pago con eso bienes y servicios consumidos. El respaldo técnicamente está, eso sí, convengamos que el papel que vos firmaste debería tender a valer cada vez menos y no el valor nominal, porque se ha conocido que ya comenzaste a negociar con acreedores viejos para no pagarles, gran señal de que mucho menos pensarás pagarme a mí, pero, vuelvo a recordarte, soy tu amigo y subordinado. El dinero nuevo puesto en la calle es posible que genere inflación de precios, pero eso será tema para más adelante y ya verás cómo se pedalea. Por ahora, salimos del paso y ponemos dinero falso, porque bien sabés que será falso, en los bolsillos de la gente. Decime si lo mío no merecería el premio anual a la "contabilidad creativa"!. Si cualquier particular o grupo de particulares hiciera una manganeta igual, iría preso por estafa, un autopréstamo sin garantía, más o menos como pasó en los Estados Unidos en 2008 con las hipotecas incobrables llamadas "subprime", título elegante que reemplazó al que siempre tuvieron "junk bonds" o "bonos basura". Lo mismo ocurriría, digo, eso de ir a la cárcel por estafa, si eso lo hiciera un grupo de bancos de los mismos dueños, ahí sí intervendría yo como superintendente y supervisor de las operaciones, pero no si lo hacemos vos y yo porque, vuelvo a decir, no nos vamos a mandar en cana a nosotros mismos. Ja, los que lo vean de afuera no lo van a poder creer, sobre todo que sea tan evidente, que ni siquiera nos hayamos preocupado por inventar una manganeta más enredada y que tardara un poco más en descubrirse, pero la gilada no lo verá, una parte no lo querrá ver y otra estará obligada a aceptarlo aunque lo viera, son los amigos. Si alguien denunciara el episodio, que dicho sea de paso está totalmente documentado, lo acusaríamos rápidamente de traidor a la patria y enemigo de que el Estado gane plata. Si un juez se atreviera a intervenir tendríamos la opción de calificar la acción de "lawfare". Nicolás Maduro estuvo mal porque puso presos a los jueces en lugar de desacreditarlos primero, como que quisieran apoderarse del gobierno con malas artes.

El dinero nuevo en la calle puede que genere inflación de precios, pero eso será tema para más adelante.

Lo del lawfare nos viene perfecto (es una derivación de warfare que significa algo así como expedición bélica, aquí sería guerra de los jueces), además el término está de moda en el mundo desde que se acusa de maniobras parecidas contra algunos presidentes acusados de corrupción. Está todo ok, vamos para adelante, en todo caso en un par de meses me volvés a pedir o si no le pedís plata al Fondo de Garantía de los jubilados, el tipo que está ahí también es un amigo y ya me anticipó que, de ser necesario, estaría a la orden. Por favor, que esto no salga de entre nosotros, vos y yo. No vaya a ser que alguien interprete mal y asocie inapropiadamente este diseño con alguna entidad oficial, mucho menos el Banco Central de la República Argentina o de los bancos supervisados. ¿Viste que todo tiene solución? Abrazo y estoy al teléfono.

Esta carta privada cayó en nuestras manos de casualidad, como suele suceder hoy que todo está en la red. Para evitar lecturas inapropiadas que pueda hacer alguien omitimos los nombres de pila de los personajes dado que tal vez se trate solo de una obra corta de literatura de ficción o de terror.