Las fotos de la NASA con los focos de incendio en todo el planeta.


La fotografía de los incendios activos en el planeta, que ha sido tomada por el autorizado centro de datos de la NASA, la Fire information for resource management system, ha dado mucho que hablar. 


La imagen, difundida la semana última de agosto, ha producido fuerte impacto en la opinión pública internacional, todavía conmovida por la emergencia ígnea en Amazonas. Dichas imágenes han puesto en evidencia que los más de 40 mil incendios activos en la selva brasileña son sólo la punta del iceberg. Los incendios en sí no son una novedad: según la FAO, todos los años se quema entre el 3 y el 4 % de la superficie terrestre. Su intensidad y el potencial de destrucción son mucho más elevado que lo habitual y constituyen un caso inédito.


La razón es el cambio climático: si esto último no fuese factor clave -lo afirma John Abatzoglou, de la Universidad de Idaho- los fuegos en California, de hecho cíclicos, tendrían una potencia menor en términos de 500 veces. El aumento de las temperaturas, el relativo alargamiento de los períodos de sequedad y el faltante de lluvias, crean las condiciones para que el fuego se expanda.


También cuenta otro factor: el acto doloso. Es un factor humano y es lo que sucede en el Amazonas. Las llamas han sido encendidas intencionalmente por grupos criminales a pedido de grandes latifundistas. A ello se suma el calentamiento global, que vuelven más difícil el control, y hacen que las consecuencias vayan más allá de Brasil.


No es el único lugar en el mundo. En Indonesia se ha registrado un fenómeno parecido. Entre enero y julio se han quemado 135 mil hectáreas de selva, casi el doble respecto a 2018. Las autoridades miran con sospecha a los productores de aceite, ansiosos de ampliar el cultivo. 


El factor humano está en la base también de los incendios activos en Angola, Zambia y República democrática del Congo, donde se ha registrado el record de 10 mil fuegos al unísono. En Brasil se ha llegado a los 2.127 fuegos al mismo tiempo. No por obra de lo casual, el Congo ha visto reducirse su selva del 67 al 54%, en el lapso de 15 años. 


Los obispos de Bolivia han escrito la semana pasada una carta pastoral que se titula "La Casa común en llamas''. Abogan por sus poblaciones indígenas que se han quedado sin sus humildes viviendas, al igual que en Paraguay. ¿Hay derecho a proceder así? De ningún modo. ¿Quién les devuelve su hábitat? Estamos llamados a ser jardineros responsables del planeta Tierra. No hay plan "B'' porque no hay planeta "B''. 


Finalmente, hay que ver que los incendios sin control son, a su vez, motores del cambio climático. ¿Por qué? Porque la combustión libera en la atmósfera dióxido de carbono, y ése es uno de los principales responsables del efecto invernadero. Esto se ha registrado de un modo muy visible en el suelo del Ártico; la así llamada "tundra'', particularmente rica de carbono.


La codicia humana es una actitud reñida con la sabiduría. Dios nos enseña a no caer en ese pecado de ceguera. Precisamente aquí es donde la dirigencia política y social tiene su palabra. Tomar recaudos y previsiones para un mundo potable. Para evitar desastres ecológicos en pro de algunos pocos interesados en aumentar sus patrimonios sin límites. Ya lo dice el papa Francisco en su discurso a la OIT de este 2019: la "urgencia ecológica es también una cuestión de justicia social''.

Por el Pbro. Dr. José Juan García
Vicerrector de la Universidad Católica de Cuyo