Todo esto, que está sucediendo alarma al mundo, cuarentenas, cierre de eventos con públicos masivos, suspensión de clases, cese provisorio de la diversión nocturna, es un escenario impensado en estos tiempos modernos. Es decir, no hay mucho por hacer frente a un monstruo desconocido, temerario y peligroso que irrumpe: España, Italia, Corea, EEUU y los gobiernos del mundo, salen al frente del coronavirus con medidas estrictas. Al respecto, el temor se ha apoderado del universo, y el miedo a la muerte como en las pestes de la edad medieval, resurge en el confort de la era contemporánea digital.
Oportunamente, en el universo actual nos debatíamos entre la libertad y el control, y ahora por una malaria nos damos cuenta de que ni la libertad extrema, ni el control estricto, resultan un verdadero antídoto. El mismo modelo Chino liberal con dictadura política se imponía como ejemplo ante los neoliberalismos clásicos. Y, ahora, la peste importada de China a América Latina, resurge victoriosa casi como un mazazo en la cabeza, frente a un universo que con la tecnología supo achicar brechas a las murallas de la comunicación, "pero no las de la infotecnología que nos enfrenta a los mayores desafíos que la humanidad ha conocido”.
Frente a la amenaza del conoravirus lo que prima más que nunca es la noción filosófica de valorar la vida humana por sí misma.
Es decir, al respecto, la información por la información nos debería hacer un replanteo existencial: ¿Sirve el dominio de todo si ante el resurgir de un evento apocalíptico medieval nos damos cuenta de que no estamos preparados? ¿Cómo enfrentaremos los peligros del cambio climático, las guerras nucleares o enfermedades catastróficas? ¿Qué debemos enseñar a las nuevas generaciones? Esto le cabe al universo actual, que es el de saber acondicionar una cuestión de la filosofía, teología, y que va más allá de la tecla de una computadora. En ocasiones se tiene lejos, en otras cerca, como son la gran esperanza, libertad suprema de cualquier ser humano.
El pretender dictaminar que la idea que tengo es la que vale, y la del otro no existe, es opacar la libertad. Pero el liberalismo, ni el despotismo tienen respuestas sólidas al colapso económico, terrorismo, enfermedades catastróficas, y a la invasión tecnológica, a la que nos enfrentamos. Los nuevos cambios de biotecnología y tecnología de la información requieren de nuevas perspectivas para ser abordadas.
¿Cuál es nuestra perspectiva actual? La de sobrevivir, pero ante el escenario del coronavirus la tecnología resurge fuerte como posibilidad para que el mercado laboral y la educación no colapse, pero la peste grafica a una población débil frente al dilema filosófico de lo absurdo, como son las contrariedades, la libertad, y esperanza. La peste es una novela del escritor francés Albert Camus (1913-1960) que plantea el sentido de la solidaridad humanitaria en la ciudad argelina de Orán mientras esta es azotada por una plaga. Y, en ella, lo que prima más que nunca es la noción filosófica de valorar la vida humana por sí misma, y no sólo por causas superiores a la personas. El imprevisto coronavirus debería replantearnos: ¿El progreso distante de una libertad digna ennoblece a la persona?
Por Diego Romero
Periodista, filósofo y escritor