ÚLTIMA NOTA

Para poder entender lo mencionado en la nota anterior debemos hacer un análisis rudimentario de la teoría cuantitativa de la moneda. Sabemos que la velocidad de circulación del dinero es una causa importante en el incremento generalizado de los precios. Si la velocidad de circulación del dinero por la cantidad de dinero que circula, es igual a la cantidad de bienes por sus respectivos precios; siendo la producción de bienes rígida, el segundo miembro de la ecuación se nivela necesariamente con la suba de los precios, es decir con inflación. ¿Esto qué significa? Doña Rosa mañana irá al supermercado con el mismo billete que fue ayer, y comprará la mitad de mercadería. No explotó una bomba. Sin embargo la corrupción nos mata. Nos desalienta. Lo peor de todo, desmotiva a nuestros jóvenes. Alguna gran suma de dinero seguramente surgió de una emisión espuria de moneda sin su correspondiente contrapartida en producción de bienes.

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Dentro de este esquema, resulta para el ojo del ciudadano común, cada vez menos seductor esforzarse por producir bienes útiles. Empieza a observar personas que realizando actividades poco claras progresan más rápido. Esto lo percibe con toda agudeza el adolescente. Mira a su alrededor y compara el esfuerzo de las personas con su respectiva exteriorización de riqueza.

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¿Qué pasa cuando los chicos se dan cuenta que el que trabaja no es el que progresa? El trabajo debería ser el motivo por el cual la gente recibe dinero. En buena hora si es una herencia o la lotería. Salvo estas excepciones, cuando se recibe dinero sin trabajar, se desmotiva la actividad humana. El padre de la economía, Adam Smith y su oponente ideológico, Karl Marx; coincidieron que el trabajo es la fuente del valor.

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¿Cómo influye este escenario en los jóvenes?

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Algunos jóvenes están desocupados porque faltan puestos para ellos o quisieran ganar más. Algunos se conforman con mirar la oferta que muestran en los medios de comunicación. Según un informe de la UCA, alrededor de un 30 % de ellos vive en hogares pobres. De modo que el joven es proclive a la angustia por la diferencia que existe entre sus aspiraciones y lo que realmente puede. Y alguno de ellos tal vez se transforme en la semilla propicia para el campo de las adicciones. Esta situación económica se combina con fronteras abiertas, medios de comunicación con entretenimientos que degradan al ser humano, una cultura que admite lo transitorio, promiscuo y estéril; escuelas transformadas en guarderías y el escaso respeto por valores que hace muchos años recibíamos de la enseñanza pública, como el honor de portar la bandera o la valoración del esfuerzo. Es cierto que la familia es el primer escalón del problema. Una institución que en lugar de centro de unión se ha transformado en el tema de la polémica. Protege cada vez menos al ser humano. Pero antes de llegar hasta aquí, ha recibido muchos ataques. Estamos en un momento que la desaparición de personas forma parte de lo cotidiano y faltan respuestas. ¿Qué garantías tienen quienes se dispongan a cambiar este sistema donde están involucrados tanto el sector público como el privado? Hay que evitar los reclamos violentos. Se trata de una denuncia constante, toma de conciencia y puesta en evidencia de algunas personas que con frecuencia se han apoderado de espacios estratégicos de nuestra patria. No se trata de sembrar rencor. Dispuestos a reconciliarnos, ojalá podamos reconocer nuestros errores para no volver a cometerlos y estemos orgullosos de ser argentinos.

Alberto Darío Escales, Contador Público.