Casi en todos los aspectos, a Perú le está yendo bien. Económicamente, Perú crecerá un 8,3% este año, más que cualquier otro de los países grandes de Latinoamérica, según las últimas proyecciones del FMI. Y, más importante aún, el país ha estado creciendo sostenidamente a un promedio anual del 6% desde 2002 -también la tasa más alta entre las economías grandes de la región- y con una inflación proyectada del 1,7% este año, una de las más bajas de América latina. Las inversiones florecen, atraídas por la estabilidad política y económica, y las exportaciones subieron 35% durante los primeros ocho meses de este año.

En el ámbito social, Perú redujo la pobreza del 54 al 35% de la población en los últimos diez años, según el Banco Mundial. El presidente Alan García -ex populista convertido en administrador responsable- dijo en un discurso en la ONU que espera reducir el índice de pobreza al 30% de la población en 2011.

En el campo cultural, además de festejar el Nobel de Vargas Llosa, Perú se destaca en otros frentes. El pintor Fernando de Szyszlo es uno de los artistas latinoamericanos más reconocidos en el mundo. Escritores como Alfredo Bryce Echenique, Alonso Cueto y Santiago Roncagliolo se leen mucho más allá de las fronteras de Perú. El economista Hernando de Soto es quizás el pensador económico latinoamericano más influyente a escala mundial.

La cocina peruana -mezcla de la gastronomía indígena con española y asiática- es un fenómeno culinario que se ha puesto de moda. Restaurantes como Astrid & Gaston han abierto filiales en todo el mundo. Mi favorito, La Gloria, en Lima, posiblemente esté entre los mejores restaurantes de Latinoamérica.

Es cierto que Perú aún tiene muchos problemas. Tal como me recordó el intelectual y político Alfredo Barrenechea, el país está experimentando un "crecimiento asimétrico”. El sur andino, de alta población indígena, crece a un ritmo más lento que las provincias del norte. Las enormes inversiones mineras del sur no están generando tantos empleos como la construcción y la industria en el norte. Además, una parte del éxito de Perú se debe a los precios récords en los mercados mundiales de algunas de sus principales exportaciones: oro, plata, cobre y zinc. Y Perú es una democracia ruidosa, en la que casi todos los días sale a la luz un nuevo escándalo político o económico. Pero el progreso del país es visible.

Mi opinión: con todas sus imperfecciones, y viniendo de un atraso mayor que el de muchos de sus vecinos, Perú está en camino de convertirse en el próximo Chile. La economía peruana está creciendo sostenidamente, tanto con gobiernos de centro-derecha como de centro-izquierda, sin grandes sobresaltos. Perú está demostrando -como Chile, Uruguay y Brasil- que los países más exitosos son los que apuestan a la continuidad económica y a la democracia política, y no al populismo radical mesiánico. Ojalá siga así, y llame la atención por mucho más que su Premio Nobel.