La cada vez más compleja tarea que le toca cumplir a los municipios, atendiendo no solo asuntos que anteriormente eran considerados específicos como la limpieza, recolección de residuos y mantenimiento del alumbrado público, sino encargándose de una amplia labor social, cultural y de asistencia comunitaria, hace necesaria una descentralización de funciones, en la que la comunidad debe cumplir un papel preponderante.

La sola vinculación de los respectivos departamentos ejecutivos municipales con las uniones vecinales no es suficiente para que la comunidad tenga una efectiva participación dentro de la estructura del gobierno municipal. Hace falta, en forma similar a lo implementado en la ciudad de Buenos Aires, la creación de juntas comunales o juntas de vecinos, que a diferencia de los concejos deliberante se encarguen específicamente, y en forma rentada, del mantenimiento del espacio público que incluye el cuidado de los espacios verdes, la poda del arbolado, la administración del alumbrado público y la reparación de baches y veredas. La idea es que sean los propios vecinos, a través de representantes elegidos a través de del voto popular, los encargados de sugerir al Departamento Ejecutivo municipal las acciones a seguir en los temas anteriormente apuntados.

Recientemente asumieron sus funciones los denominados comuneros porteños, elegidos en las últimas elecciones generales en las 15 comunas en que está dividida la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Estos "vecinos-funcionarios'' trabajarán en sus respectivas jurisdicciones, en las oficinas de los llamados Centros de Gestión y Participación, realizando una tarea de planificación, ejecución y control.

Las juntas comunales tendrán como nexo del gobierno porteño al secretario de Gestión Comunal, Eduardo Macchiavelli, quien acaba de asumir a esta nueva función.

Lo positivo de este sistema es que los comuneros tendrán acceso a los reclamos que se le hagan al gobierno porteño a través de Internet, un número telefónico establecido o a través de las redes sociales. Una vez interiorizados en el reclamo dispondrán la necesidad de solucionar el problema conforme a las disponibilidades del municipio y en base al conocimiento que ellos tienen de cada barrio o villa. Por otra parte, además de intervenir en la planificación de la solución ejercerán el control de las prestaciones, dando el visto bueno o no a los arreglos efectuados.

Si bien en nuestra provincia todavía no se ha considerado un sistema similar, hay algunos municipios, como el de la Capital, que están intentando lograr un mayor acercamiento entre los dirigentes vecinales y los departamentos ejecutivos. En el caso de la comuna capitalina, además de fortalecer el vínculo se ha implementado un sistema más efectivo de denuncias telefónicas, con el propósito de asistir con mayor rapidez ante el reclamo vecinal.

En el departamento Caucete, la oficina de Relaciones Institucionales de la municipalidad, ha conseguido regularizar la personería jurídica de la mayoría de las uniones vecinales (alrededor de 40) dándoles la posibilidad de trabajar con un marco jurídico legal que las acerca a concretar convenios con la comuna y a solicitar apoyo de organismos provinciales y nacionales.

La vinculación entre vecinos y el municipio tiene siempre un sentido social basado en la necesidad de alcanzar una buena calidad de vida para la comunidad, sin embargo no se puede negar que siempre en este esquema la política juega un papel muy importante, el que puede hacer que la gestión sea exitosa o no. Convocar a los dirigentes comunitarios o vecinales es acercarse a trabajar con punteros políticos, lo que no siempre garantiza los resultados. En el caso porteño, la elección de los comuneros porteños se hizo aprovechando los comicios generales, dando como resultado que las juntas comunales estén conformadas por vecinos identificados con distintas corrientes políticas. Dado el éxito obtenido por Mauricio Macri en esa jurisdicción, la mayoría de los comuneros pertenecen a su partido político (el Pro), sin que esto implique la posibilidad de dominar sus voluntades, ya que cada junta está integrada por otros representantes partidarios y además, en lo más profundo, debe responder al espíritu del bien común vecinal por sobre todas las cosas.