El presidente encargado y candidato gubernamental Nicolás Maduro ha manipulado la agenda electoral extendiendo las ceremonias póstumas a Chavez, lo que le da una enorme ventaja propagandística. Maduro se beneficia automáticamente de la deificación de Chávez en los medios controlados por el Estado, y también usa los actos en memoria del ex presidente para hacer discursos de campaña transmitidos a todo el país.
Maduro tuvo mucho más tiempo que Capriles para organizar su maquinaria electoral. Hasta poco antes de anunciar la muerte de Chávez, Maduro afirmaba que el difunto presidente estaba en plena recuperación, y que Chávez incluso presidía reuniones de gabinete desde su lecho de enfermo en Cuba. Cuando algún periodista ponía en duda estas afirmaciones, lo acusaba de ser un "lacayo del imperio”.
Maduro tendrá una ventaja de más de 10 a 1 en el tiempo de propaganda asignada en la televisión. El opositor solo tendrá 4 minutos diarios de avisos pagos por canal de TV. Maduro, en cambio, usará esos 4 minutos, más 10 minutos adicionales diarios de publicidad institucional del gobierno, sumado a las "cadenas” televisivas del presidente. Si contamos todo esto, la ventaja de Maduro en tiempo televisivo será de 100 a 1. Tampoco respondió al pedido de Capriles de realizar un debate público.
Además, el Gobierno no ha dado tiempo para que se revisen los padrones. Venezuela tiene un número inusualmente alto de votantes -casi 19 millones en un país de 29 millones de habitantes-, lo que hace que muchos sospechen que funcionarios cubanos que están a cargo del sistema de identificación nacional hayan dado más de una tarjeta de votante a los empleados públicos afines al gobierno.
La intimidación es abierta. El ministro de Defensa, Diego Molero, a cargo de proteger los lugares de votación, dijo el 7 de marzo que la Fuerza Armada Nacional Bolivariana es "revolucionaria, antimperialista, socialista y chavista”. Eso mantendrá alejados de las urnas a muchos opositores, especialmente en zonas rurales donde el Ejército prácticamente controla la votación. Además, muchos creen que las máquinas biométricas instaladas en los lugares de votación son capaces de identificar a votantes opositores. Aunque eso difícilmente sea cierto, el gobierno alienta esos rumores para intimidar.
No se permiten observadores internacionales, caso de la Unión Europea o de la OEA. Sólo habrá una "misión de acompañamiento” de Unasur, lo que es una gran diferencia. Mientras los primeros hacen una evaluación sistemática de todo el proceso electoral -incluido el acceso a los medios- desde varios meses antes de una elección, los segundos llegan unos días antes, y sólo observan la elección. Las autoridades electorales venezolanas, como todo el sistema de justicia, son una broma. El Consejo Nacional Electoral y el Tribunal Supremo están a cargo de chavistas y la procuradora general es la mujer de Maduro.