La Argentina está aislada por motivos distintos de los que se invocan comúnmente en el ámbito diplomático nacional. Esto exige distinguir entre aislacionismo, aislamiento y aislado. El aislacionismo es una de las grandes estrategias a disposición de un Estado. Se basa en el rechazo a compromisos políticos- militares férreos, por ejemplo, mediante un sistema específico de alianzas. El aislamiento es una política que deviene de decisiones propias o ajenas y que puede ser parcial o integral. Puede ser sólo diplomático o abarcar completamente la economía, la política, lo militar, lo cultural, la ciencia y el turismo. El encontrarse aislado es una condición que puede tener un origen interno o externo.

Una sociedad ensimismada, una elite autocentrada y una dirigencia resentida, llevan, más temprano que tarde, al aislamiento. A su vez, la condición de aislado puede generarse desde el exterior por alguna consideración específica y temporal. Es el resultado de acciones individuales o colectivas de algunos actores externos que comparten, tácita o explícitamente, un motivo para colocar a un país en una situación aislada.

La Argentina posterior a 2001-2002, bajo tres gobiernos justicialistas con dos matices diferentes, el duhaldismo y el kirchnerismo, nunca recurrió a una estrategia aislacionista. A pesar de la gravedad de la crisis, y con formatos distintos, Eduardo Duhalde, Néstor Kirchner y Cristina Fernández han buscado, con el escaso repertorio a sus alcances, seguir insertos en el mundo. Pero Argentina está aislada por dos razones. Su mayor problema es que no tiene una estrategia de grandeza a nivel diplomático que facilite las relaciones internacionales. Las recientes declaraciones del canciller Héctor Timerman, denunciando que la Casa Blanca apoya con financiamiento el entrenamiento en "cursos de tortura" y "técnicas golpistas" a policías de la ciudad de Buenos Aires, no ayudan a relaciones serias y prudentes con Estados Unidos.

Además, en el frente externo el país sigue viviendo las consecuencias del default que tanto se festejó en su momento. La relación de EEUU, buena parte de Europa y Japón tardará un tiempo en normalizarse, pues en esos países hay múltiples presiones internas de sectores que se vieron afectados por la decisión argentina. Por ello, ningún líder del ex G-7 ha venido en visita oficial y bilateral a la Argentina en casi una década.

Más que criticar a quien no viene habrá que preguntarse pues, sobre los motivos de por qué no viene.