A pesar de los cuestionamientos y temores de los padres, más las irregularidades que se repiten en cada temporada, los viajes de egresados parecen insustituibles para un cierre de ciclo como aspira la juventud. Sin embargo los contingentes estudiantiles son cada vez tan polémicos como concurridos, como los que en estos días colman a Bariloche con unos 8000 chicos disfrutando del lugar turístico.
La preocupación de los mayores avivó temores la semana pasada con la muerte de Julieta Uriarte, la adolescente que sufrió un paro cardiorrespiratorio como consecuencia de una neumopatía, que pudo evitarse si hubiese recibido atención médica ante los primeros síntomas. El caso pone en el centro de los interrogantes al aparato organizativo de los viajes, más sobre los servicios de salud que deben garantizar las empresas según lo establecido en la ley nacional de Turismo Estudiantil N¦ 25.599, para la cobertura a los egresados con un seguro médico y asistencia al viajero.
En los hechos los operadores no parecen asumir plenamente la responsabilidad que exige la legislación no obstante las onerosas tarifas que cobran, según las denuncias de las compañeras de la víctima y la imputación a una médica que atendió a la joven por estar a cargo de la guardia del grupo.
El cuidado de estos adolescentes es una tarea compleja que debe ser rigurosa. Para eso, cada estudiante debe entregar a la empresa su ficha médica, firmada por un profesional de su ciudad de origen y por sus padres, la que es digitalizada y almacenada en una pulsera que utilizan todos los jóvenes para acceder a las discos, donde cada noche hay una ambulancia y personal médico ante el caso de alguna emergencia.
