Frente a una nueva lectura que hacemos de la sociedad, todos deseamos que se produzca un cambio en las actitudes humanas, que sirvan para configurar una mejor civilización. Nos enfrenta hoy esta realidad como un reto educativo impostergable, puede significar que muchos niños y jóvenes se caractericen por ser analfabetos emocionales y sociales.


El ciudadano del siglo XXI, debe tener las características de ser una persona con capacidad para adaptarse a grandes cambios, autónomo, no individualista, con espíritu cooperativo, defensor de una pluralidad de valores y opciones morales.

El éxito de una persona para desarrollarse dentro de la sociedad depende no sólo de sus condiciones intelectuales, sino más aún, de sus condiciones emocionales. 


La escuela debe darles esas competencias emocionales y sociales. Recordamos que Daniel Goleman, sicólogo estadounidense (1995) escribió el libro "Inteligencia Emocional" y desarrolló el concepto de educación o alfabetización emocional. Él sostenía que el éxito de una persona depende no sólo de sus condiciones intelectuales, sino más aún, de sus condiciones emocionales. La infancia es la etapa crucial en el aprendizaje de las emociones, son grandes condiciones de nuestra conducta, puede influenciar en nuestra vida en multitud de sentidos. Su manifestación puede convertirnos en personas integrales socialmente o excluidas, todo depende de la manera en que la manejemos. Emoción, pensamiento y acción son tres elementos muy relacionados, y presentes en todo aquello que hacemos a diario. No olvidemos que la emoción es compañera fiel de la motivación, el motor de logro de los objetivos. Gracias a ellos, podemos sentir empatía hacia otras personas, e incluso, superar exitosamente momentos complicados.


"Actuales investigaciones corroboran que el éxito obtenido en la vida de las personas es debido a un 70 u 80 por ciento de las habilidades emocionales" (Natalio Extremadera y Pablo Fernández- Barrocal Universidad de Málaga España 2010).


El estudio de las emociones ha adquirido un importante desarrollo tanto en el ámbito de la sicología como educativo. En Estados Unidos, en diferentes colegios, se ha propuesto como objetivo educativo indispensable, el aprendizaje de habilidades emocionales que aseguren un desarrollo saludable en la adolescencia. Incluir este tema en todos los niveles de la educación, significaría revalorizar esta faceta.


Es enseñar a los alumnos a modular sus emociones y reconocerlas en los demás. Adoptar una actitud positiva ante la vida. Desarrollar la tolerancia a las frustraciones diarias. Es decir, dotarlos de estrategias y habilidades emocionales básicas como el trabajo empático y en equipo. Si esto se cumple, el docente debe ser un modelo de equilibrio, de habilidad empática, resolución y reflexiva. La familia, fuente de energía y amor, es la primera educadora y debe acompañar al docente en esta tarea. El aprendizaje sólo se logra a través del afecto y el vínculo.