Leyendo algunos fragmentos de "La era neobarroca" de Omar Calabrese advierto que todo lo que se refiere a lo sexual está hoy estetizado. Calabrese, sin referirse específicamente a lo sexual, agrupa características de esta nueva estética del siguiente modo: Usa los recursos del detalle y el fragmento: la noción de totalidad se diluye por el uso de la cámara lenta, el fundido encadenado, la sobreimpresión, la toma de cerca. Se utiliza la técnica del exceso de la cercanía y se prolonga excesivamente en el tiempo. Se producen obras fragmentarias y sostenidas en detalles. Además, esa es la forma en que los receptores miramos esas mismas producciones.
La técnica del exceso: se manifiesta principalmente en el uso del recurso de la repetición. En la TV se repiten escenas cambiando ángulos, modificando perspectivas, se busca captar el mínimo detalle que está por encima de la comprensión del todo. Con respecto a la sexualidad humana, la totalidad, ese todo de que hablamos, sería la integración en la persona y en el amor. En el estilo neobarroco el exceso también apunta hacia el extremo de adoptar el criterio de lo negativo, la violencia y lo desagradable. Y los efectos que produce: la búsqueda morbosa, el regodeo. Encima, ese goce de lo desagradable no se hace de cualquier modo; para que logre el efecto deseado debe estar bien hecho. Calabrese llama a este rasgo "virtuosismo del exceso".
Las estéticas clásica y moderna buscaban reproducir exactamente la realidad, es decir "captarla en su totalidad". El nuevo estilo neobarroco se ha desprendido de esa necesidad, de esa obligación de captación total. Para producir contenidos que tengan que ver con la sexualidad hoy no hay ningún criterio formal o adecuado, ni tampoco una única perspectiva. Y para receptar esos objetos (los que vemos TV somos receptores) no es necesario entender todo con entender un poco alcanza. El asunto es que ese "poco" recibido denota una forma de "mirar" la sexualidad.
Para las generaciones anteriores, la sexualidad de los amantes, presente por ejemplo en la novela escrita, estaba latente, se la entendía integrada en la totalidad de las vicisitudes, alegrías y penas de esas personas, hasta el encuentro y la donación total del uno al otro. En cambio hoy, al prescindir de la búsqueda de sentido, las nuevas generaciones o aquellos que se acomodan a esta forma de receptar, se acercan sin ninguna pauta o criterio de totalidad al contenido. Por ejemplo, hoy muchas telenovelas parecen implicar que no hay que mirarlas enteras o respetando ciertas secuencias para entender retazos de escenas sexuales que no están integradas en un contexto de amor o un proyecto de vida -es lo que menos importa- todo parece llevar sólo al instante de la escena sexual.
En síntesis, todos estos principios de distorsión han mutado la sensibilidad y la emotividad de esta época. Toda la vida se ha tornado estética y este punto de vista domina también nuestra forma de "mirar" la sexualidad. Para que nuestra sensibilidad vuelva a captar el todo hay que encauzarla con una educación más espiritual, más de ideales y valores.