Analistas internacionales, políticos y económicos, siguieron de cerca la visita del presidente de los Estados Unidos a la Argentina, tanto por la expectativa de un viaje oficial que no se realizaba desde hace 19 años, como por el apoyo directo de Barack Obama al fortalecimiento institucional que exhibe nuestro país en el plano internacional.
Es también el reconocimiento expresado por otros jefes de Estado, como el de Francia, Francois Hollande, y de Italia, Matteo Renzi, dos de las últimas visitas oficiales recibidas por el presidente Mauricio Macri, en un contexto de reconocimiento a su política exterior y en particular la confianza despertada en los potenciales inversores extranjeros para participar en los proyectos de desarrollo.
Es un acercamiento que va más allá de lo estrictamente protocolar porque avala la seriedad de los objetivos del Gobierno nacional, como el ordenamiento del Estado y la voluntad de respetar los compromisos externos, caso del pago a los holdouts a fin de retomar el nexo con los organismos multilaterales de crédito.
El viaje de Obama a la Argentina es diferente ante el enfoque que podría darse, generalizando en nuevo giro de Washington hacia Latinoamérica, sino en las particularidades actuales de la Argentina tras más de una década de tensas relaciones igual al resto de las naciones del continente con gobiernos populistas. En nuestro caso se trata de restablecer un contacto directo con uno de los países del G-20, el grupo de naciones emergentes y de enorme potencial para explotar.
Hay muchas razones de peso para el relanzamiento de las relaciones entre la Argentina y los Estados Unidos y los beneficios serán efectivos en la medida que nuestra democracia se encarrile en el marco republicano y el Estado de derecho se respete en forma irrestricta con plena vigencia de las garantías constitucionales.
Las premisas del presidente Macri son claras y se las señaló a su par norteamericano: hubo coincidencias en la importancia de aumentar el comercio entre ambos países, fomentar la inversión y trabajar en forma conjunta en la lucha contra el narcotráfico. El mandatario argentino sostuvo que acordaron revertir el bajísimo intercambio actual entre ambos países y la urgencia en trabajar juntos para potenciar más las inversiones de las compañías estadounidenses, además de darle una batalla sin cuartel al crimen organizado y al lavado de dinero.
Todo esto excede lo meramente protocolar y abre un futuro promisorio.