En relación al “Día del Trabajador”, conmemoración que en nuestro país posee diferentes ribetes, incluso folclóricos, evocamos brevemente aquellos hechos en los cuales los trabajadores tomaron la posta de la historia y protagonizaron sucesos memorables. Ellos estuvieron impulsados en su accionar por conseguir un trabajo digno, aumentos salariales y todo lo que tiene que ver con mejoras en su calidad de vida. Iniciado el pasado siglo, aconteció el llamado “Grito de Alcorta”. Aquel año de 1912 era presidente de nuestro país el abogado Roque Sáenz Peña, quien ejerció su mandato desde octubre de 1910, hasta su fallecimiento en 1914. A los dos años de iniciado su presidencia ocurrió una populosa asonada agraria que tuvo como punto de ebullición la parte sur de la provincia de Santa Fe, más exactamente la localidad de Alcorta y luego se trasladó a la parte sureste de Córdoba, norte de Buenos Aires, como así también hacia algunos puntos de Entre Ríos y la Pampa. La huelga se declaró en contra de la política agraria, la cual favorecía principalmente los intereses económicos de los grandes propietarios exportadores y a los británicos. Sus demandadas eran puntuales y claras: arrendamientos más baratos, elección de la máquina trilladora que les sea conveniente, que el porcentaje de la producción que le incumbe al patrón se conceda en chacra y no en los galpones del ferrocarril, ampliación de los contratos a cuatro años como mínimo, entre otros pedidos más. Se estima que cerca de cien mil personas participaron de la protesta, teniendo en ella gran protagonismo los chacareros, quienes por vez primera tuvieron un rol histórico.

Otro hito son los ocurridos durante la presidencia de Yrigoyen, el primero es la tristemente conocida “Semana trágica”, huelga que protagonizaron los obreros de los talleres metalúrgicos Pedro Vasena, entre el 7 y 14 de enero de 1919 con centenares de muertos.

Pero sin duda, las conocidas huelgas patagónicas, sucedidas tiempo después de las mencionadas, son las más cruentas y luctuosamente recordadas. Como han explicado los historiadores, la situación social de los trabajadores rurales patagónicos, era fatídica. Los peones que trabajaban en las estancias dedicados a la esquila de ovejas, vivían explotados de la forma más primitiva, en general por estancieros ingleses. Varios de los dirigentes que conducían el movimiento gremial en Santa Cruz, consustanciados con ideas anarquistas, fueron extranjeros, especialmente europeos, además hubo algunos chilenos. Sin embargo, entre ellos descolló la presencia de un auténtico criollo, un gaucho domador oriundo de la provincia de Entre Ríos, apellidado José Font, más conocido como “Facón Grande”.

La protesta concluyó de la peor manera, fusilados, perseguidos y nada de mejoras. Sin embargo marcaron un punto liminar en el historial obrero.

Por último evocamos el legendario “17 de Octubre”, formidable movilización obrera, espontánea y pacífica que solamente bregaban por la libertad de su indiscutido líder, coronel Juan D. Perón. Los principales testigos de aquella jornada coinciden en la naturalidad de la movilización. Así Perón, con los brazos en alto, calmó a los obreros desde los balcones de la Casa Rosada, con un discurso que se inició diciendo una palabra mágica: “Trabajadores”.

Por el Prof. Edmundo Jorge Delgado
Magister en Historia