Por Prof. Edmundo Jorge Delgado – Magister en Historia
Aquel 23 de noviembre de 1977-hace 48 años- nuevamente los sanjuaninos, sobrellevaron otra catástrofe telúrica, que súbitamente surgió de las entrañas de la tierra, sembrando pánico y muerte, poniendo a prueba, una vez más sus temples. A las 6 horas, 26 minutos y 37 segundos, comenzó un pavoroso ruido subterráneo, que antecedió al terremoto, sorprendiendo a la mayoría de la población en apacible sueño. Recuerdo, como si fuese ayer, como la tierra en sus interminables movimientos, semejaba las ondas del mar, el cual serpenteaba y bramaba, a manera de estar soportando una interminable tempestad. Las hojas de los árboles caían y las aguas que circulaban por las acequias abandonaron su cauce, impulsadas por una fuerza formidable. Luego de aquellos interminables segundos, continuó un sepulcral silencio, seguido de gritos, llantos y plegarias, que irrumpieron en aquel aciago amanecer sanjuanino, rompiendo literalmente el día.
Las noticias decían que el epicentro se localizó en la Sierra de Pie de Palo y la dimensión del sismo era de 7,4 grados (escala Richter) afectando departamentos aledaños como Caucete y en menor intensidad a San Martín, Angaco, 25 de Mayo, 9 de Julio y Sarmiento, aunque en toda la provincia se registraron daños. Mientras en el país, casi en su totalidad, incluidos los limítrofes, percibieron el movimiento.
La ciudad capital presentaba imágenes imborrables, toda actividad se detuvo. Gente presa de pánico abandonaba su hogares y edificios altos. Muchas de estas familias instalaron carpas fuera de sus casas, pasando varias noches en ellas. Por orden oficial se suspendieron las clases y los comercios en aquella jornada cerraron sus puertas.
La población que tuvo la desdicha de tener familiares en Caucete, efectuó una verdadera proeza para poder llegar. El puente de hierro se había hundido, y sólo era utilizado por ambulancias, policía, fuerzas armadas y periodistas. La alternativa fue ir por el llamado ‘puente viejo’’, en Alto de Sierra, pasando por San Martín.
Enormes y profundas grietas en las calles, bramidos intensos, continuidad de remezones, hicieron de todo aquello algo impresionante, difícil de olvidar. Fue en el edificio de la Municipalidad donde se estableció un hospital de emergencia, ya que la construcción del ‘Cesar Aguilar’’, se dañó considerablemente.
Jueves, 24 de noviembre
Como sabemos, el gobierno de ese entonces era ejercido por las Fuerzas Armadas y el presidente era el Tte Gral Jorge Videla. En San Juan era interventor el capitán de navío Alberto Lombardi, que dirigió de manera castrense el operativo de auxilio, junto con el RIM 22, Gendarmería y fuerzas policiales. Aquel jueves, el país comenzó a ayudar. Llagaron grupos de ayuda, médicos, mercaderías, abrigos, para atenuar el desastre. Como también un avión Hércules con todo tipo de víveres.
Simultáneamente, cuadrillas de Vialidad, Agua y Energía y Ferrocarriles, trabajan sin descanso, trataban de remediar dificultades materiales más urgentes. Ese día observe un camión, – creo que pertenecía a la municipalidad capitalina- que llevaba rumbo a Caucete, un cargamento de féretros.
Viernes, 25 de noviembre
En esta fecha, la ayuda a San Juan se consolida. Mendoza organizó un vasto operativo para ayudar a los hermanos sanjuaninos en desgracia. En esa provincia, el sismo también produjo daños considerables como en Lavalle, en la zona de ‘El Pastal’’.
Las crónicas de ese día dicen que, más de cinco mil hombres, entre médicos, fuerzas de seguridad, enfermeras, técnicos, radioaficionados y obreros, continuaban trabajando para que San Juan retomara la normalidad. Por la noche, el director de LV1, Radio Colón, Francisco Bustelo, expresó: ‘Recién cuando todo termine, cuando todo esté tranquilo y no tengamos que preocuparnos por nada, recién entonces vamos a dormir…’’. La emisora nombrada desde el primer momento estableció nexo radial entre nuestra provincia con el resto del país. Es de destacar la maratónica tarea que realizaron los periodistas locales como la cobertura de DIARIO DE CUYO.
Sábado, 26 de noviembre
El día 26 de noviembre, a las 14 horas, en el averiado Aeropuerto Internacional de las Chacritas, aterrizó un avión trayendo a Videla. Recorrió la zona afectada, en especial un hospital de campaña instalado en Caucete por el ejército. Mientras, aviones militares llegaban con más víveres y remedios, también carpas para guarecer a los pobladores.
Miércoles 30 de noviembre
Siete días, luego del terremoto, la ayuda continuaba sin cesar. Aviones Hércules aterrizaban en Las Chacritas. Además se hizo un relevamiento aero fotográmétrico de todas las áreas afectadas por el siniestro y los sucesivos sismos de replica. La ciudad capital fue retomando la normalidad. No obstante los continuos temblores excitaban el pánico colectivo. Aún, mucha gente dormia en carpas o en sus autos, en una inmutable vigilia.
Ese día llegó el Ministro de Economía de la Nación, proveniente de Mendoza. Martínez de Hoz, con el objetivo de conversar con las autoridades locales y evaluar los daños, en especial en propiedades rurales, bodegas y escuelas.
La Nochebuena de 1977
Un mes después de la tragedia, llegó otra vez a suelo sanjuanino, el presidente Videla acompañado de su familia. Vino a Caucete y asistió a la misa del Gallo, recorriendo los departamentos aledaños al epicentro. El acto religioso se realizó al descubierto, en el patio de cemento de la Municipalidad de Caucete, sitio donde se erigió el altar. Ya en esta fecha, las actividades se normalizaban. Los escombros y restos materiales se habían apartado y algunos comercios cauceteros atendían al público. Varios planes de recuperación edilicia se comenzaron a implementar, entre ellos, el Banco de la Nación Argentina dispuso proporcionar soluciones, a través de créditos para viviendas rurales y producción.
Los daños
El saldo de victimas fatales fueron 65 aproximadamente, de ellos 16 fueron niños. La mayor cantidad se registró en Caucete, pero también hubo -en menor número- en los departamentos aledaños, incluso en algunos alejados, como Chimbas y Sarmiento. En Caucete se registraron 254 heridos y el 70 % de las construcciones sucumbió, todas ellas de materiales deleznables. Se calcula que en total, 10.000 familias quedaron sin techo. Pero los daños no se agotan con estas cifras. El aparato productivo se vio seriamente dañado por un fenómeno conocido como licuefacción, esto es que de las grietas producidas brotó agua, mezclada con fango y sales, conformando un componente nocivo para las áreas cultivadas. Asimismo la red de riego sufrió graves daños. Además en la zona del desastre, la red vial y la ferroviaria colapsaron, produciéndose descarrilamientos. A esto ha que sumar los deterioros de la red eléctrica y telefónica. Los estudios apuntan que las perdidas totales de la provincia fueron casi 200 millones de dólares.

