Los líderes de Brasil, España, Colombia, Uruguay y Chile merecen crédito por haber celebrado el 21 de julio en Santiago una muy necesaria “cumbre sobre la democracia”. Sin embargo, se dispararon un tiro en el pie al firmar un comunicado final que se destaca por su hipocresía política.

La declaración final de la cumbre exige una “diplomacia democrática activa”, pero no hace ninguna mención sobre la falta de elecciones libres ni la represión sistemática de la disidencia en Venezuela, Cuba y Nicaragua. Y cita casi todas las amenazas a la democracia, excepto la corrupción, en momentos en que dos de los jefes de Estado participantes los líderes de España y Colombia están en el centro de escándalos de corrupción en sus respectivos países.

Los presidentes progresistas que participaron en la cumbre de Chile omitieron cualquier referencia a las dictaduras de izquierda del continente. Fue como hacer una conferencia sobre los derechos de las mujeres sin mencionar a Irán, o un foro sobre el hambre sin hacer referencia a Sudán.

Sin duda, existía y sigue existiendo la necesidad de una cumbre sobre la democracia. Desde China hasta Estados Unidos, estamos ante una tendencia de claro retroceso democrático.

El presidente de EE.UU., Donald Trump, ha elogiado repetidamente, y en algunos casos indultado, a los violentos manifestantes que tomaron el Capitolio el 6 de enero del 2021, en lo que fue un intento de golpe de Estado. También ha recortado drásticamente la ayuda exterior a grupos prodemocráticos en el extranjero.

“Exigir la “democracia digital” sin pedir al mismo tiempo la libertad de expresión en dictaduras de izquierda es ridículo”.

Denuncias de fraude electoral
El Departamento de Estado envió días atrás un cable a los diplomáticos estadounidenses en todo el mundo pidiendo que, de ahora en adelante, se abstengan de criticar las elecciones en otros países a menos que sea de interés de Estados Unidos hacerlo. En otras palabras: el gobierno de Trump denunciará los fraudes electorales en países de izquierda, pero no en los de derecha.

La libertad en el mundo disminuyó por decimonoveno año consecutivo en el 2024, según el centro de estudios Freedom House. El grupo informó que los derechos políticos y las libertades civiles se deterioraron en 60 países el año pasado. Pero la cumbre en el palacio presidencial de Chile fue una farsa por varias razones adicionales.

Los jefes de Estado participantes pidieron una “estrategia común” para combatir la “desinformación, los desafíos que plantean las tecnologías digitales y la inteligencia artificial”, y algunos sugirieron la regulación del Internet para eliminar el extremismo de derecha. Sin embargo, no instaron a una acción concertada contra la censura estatal en China, Rusia o Cuba.

Los presidentes progresistas que participaron en la cumbre de Chile omitieron cualquier referencia a las dictaduras de izquierda del continente. 

Objetivos de las Cumbres
Al finalizar la cumbre, el presidente chileno, Gabriel Boric, declaró haber invitado y recibido la aceptación de los jefes de Estado del Reino Unido, Canadá, México, Honduras, Australia, Sudáfrica y Dinamarca para ampliar el diálogo sobre la defensa de la democracia en la Asamblea General de la ONU en Nueva York en setiembre.

Hablando sobre la cumbre recién concluida, Boric dijo que “algo importante está naciendo aquí”. Esperemos que no sea así.

A menos que estas cumbres por la democracia estén dispuestas a denunciar los autoritarismos de todos los colores políticos tanto de derecha como de izquierda, son un ejercicio de indignación selectiva que socava el espíritu mismo de la democracia.

Por Andrés Oppenheimer
Columnista del Miami Herald