Darío Delgado fue un agrimensor de principio del siglo pasado, graduado en aquella prestigiosa Escuela de Minas que fundara Domingo Faustino Sarmiento. A pesar de vivir en Chimbas, donde tenía su casa sobre la actual calle Salta, gran parte de su existencia transcurrió en ese entorno que tanto amó: nuestra majestuosa cordillera.
No tuve la suerte de conocer a mi abuelo paterno -falleció prematuramente- pero logré estar al corriente de numerosas anécdotas que protagonizó, fruto de su trabajo que ejerció con entusiasmo, y que le permitió tener diversas vivencias.
Me relataron que era corriente observarlo los meses de enero preparando su equipo junto a sus fieles baquianos para marchar a la montaña. Su casa se asemejaba en esas épocas, a un cuartel: preparando mulas, provisiones y los instrumentos de precisión que requería su profesión. Producto de toda esa vida en el campo, casi nómade, es que realizó diversas mensuras, entre las que cuentan las de San Guillermo, Leoncito, Tocota, Chita, Gigantillo, Tontal, Cortez Menroy, Pozo Hediondo y Tucunuco, entre otros sitios.
Es así que en él verano de 1911 don Darío y sus guías se encontraban realizando las mediciones en San Guillermo -departamento Iglesia-. Ocurrió que sobrevino una tempestad, esas tan comunes en nuestra zona andina. Necesariamente tuvieron que buscar refugio, encontrándolo en un punto adyacente a la denominada “Quebrada de las Pircas”. Allí estuvieron el tiempo suficiente, esperando que menguara la borrasca. La permanencia en aquel resguardo redujo sus vituallas alimenticias y el típico y nutritivo “charqui” poco más o menos se agotó.
Superado el inconveniente continuaron con las tareas previstas. Antes de continuar la marcha hacia el sur, uno de sus baquianos llamado Manuel, al que apodaban “el chileno” quiso realzar el sitio donde providencialmente pernoctaron. Es así que ubicó en sus cercanías un sutil arroyo, que según los datos cartográficos que poseían, no tenía denominación alguna. Allí escribió sobre un rústico peñasco “Arroyo Darío Delgado” quizá en cumplido a su “patroncito”, como solía llamar a mi abuelo, pero indudablemente para rememorar lo vivido.
Actualmente si observamos un mapa detallado de la red hidrográfica de esta zona encontramos tal arroyo, contiguo a otros, como el “Arroyo los Tambos” o “Arroyo Tambillos” emplazados a corta distancia de los “Baños de San Crispín”.
Por Prof. Edmundo Jorge Delgado
Magister en Historia

