Muy lejos de la proclamada extinción de toda la familia del último zar (emperador), Nicolás II, asesinado con la zarina y sus hijos por la revolución bolchevique de 1917 instaurando el primer Estado socialista del mundo, tuvo resultados positivos el trabajo realizado posteriormente para lograr la legitimación de una rama que permitiera asegurar la continuidad dinástica.

Tras el momento de la ejecución de la descendencia masculina del emperador Alejandro III, el derecho al trono pasó a los herederos del otro hijo de Alejandro II, el gran duque Vladimir Aleksándrovich, que había fallecido en 1908.

El legatario más antiguo de esta rama de la dinastía era el primo segundo de Nicolás II, gran duque Cirilo Vladimirovich, exiliado en Finlandia a partir de 1924.

Allí se proclamó, ese mismo año, emperador de toda Rusia en el exilio, aunque sin lograr el apoyo de la otra rama de la familia imperial. Tras fallecer en 1938, su hijo Vladimir Kirilovich, se transformó en la primera autoridad de la Casa Imperial rusa. Fallecido en 1992 en Estados Unidos mientras pronunciaba un discurso, su única hija, María Vladímirovna, heredó su derecho dinástico.

 

Año 1998. El ex presidente ruso, Boris Yeltsin, saluda los restos del último zar que fueron enterrados en la catedral de San Pedro y San Pablo, en San Petersburgo.

María Vladímirovna, la heredera
María vive en Madrid, España, muy cerca de la que fue residencia del ex presidente argentino, Juan Perón. Estuvo casada con el príncipe alemán, Francisco Guillermo de Hohenzollern (descendiente de Guillermo II, último emperador alemán y último rey de Prusia), pero a principios de los años noventa, María se divorció de Francisco Guillermo. Ambos tuvieron un hijo, Jorge Mijáilovich, nacido el 13 de marzo de 1981, actual titular de la dinastía rusa sin trono.

Desde el punto de vista de la genealogía, su casa real es la Románov-Hohenzollern, y ostenta también el título de príncipe de Prusia.

Como expreso en mi libro sobre las monarquías parlamentarias europeas, los partidarios rusos de la realeza son una minoría burguesa que no dejó de cultivar, en secreto, su simpatía por la última monarquía mientras duró el comunismo, hasta la disolución de la ex URSS, en 1990. Pero lo que nadie hubiese imaginado es que, localizados los restos de la familia asesinada, y exhumados en 1991 por orden del entonces presidente Mijail Gorvachov, una comisión de científicos confirmó la identidad de los despojos mortales de la familia imperial.

Sepultura con honores y sueños de monarquía
Años después, en 1998, al cumplirse 80 años de la caída de la monarquía rusa, estos restos recibían sepultura con honores de Estado en San Petersburgo, en un acto de severa solemnidad oficial, presidido por el segundo presidente de la Rusia post-soviética, Boris Yeltsin, junto al entonces todavía adolescente Jorge Mijáilovich, de 17 años.

En este acto, el presidente Yeltsin reconoció apesadumbrado: “Todos somos culpables, incluido yo mismo”, al referirse a la masacre de la familia del zar en manos de los revolucionarios.

Paralelamente, en la misma histórica ceremonia, la minoría que piensa, aún hoy, en la recuperación un día de la monarquía, contrastaba con un ciudadano ruso de nombre Nicolás Romanov, el apellido de la familia imperial, que aquel día de la ceremonia reconocía que su país tiene cosas más importantes en las que pensar que en buscar un nuevo zar. La gran duquesa, María, alentó siempre a su hijo y le creó desde niño su corte en Moscú: “Es el heredero de la Casa Real e Imperial Rusa y debe asumir sus derechos y obligaciones”.

En cambio, el ex príncipe alemán rechazó de plano en todo momento esta posibilidad para su hijo, por lo menos hasta que cumpliera 18 años: “Quiero que mi hijo sea un chico normal sin ataduras ni complicaciones de ningún tipo. El zarismo es historia y hay que respetar el libre futuro de mi hijo”. Este anhelo paterno se cumplió a medias y tras tener la mayoría de edad, Jorge asumió sus derechos dinásticos.

El histórico saludo de Putin a María
Se desconoce cómo es la relación padre e hijo hoy, cuando Jorge ya tiene 44 años y ejerce formalmente la conducción de la Casa Imperial fuera de Rusia. Frente a algunos reclamos de otra rama de los Romanov, liderada por Nicolás Romanovich (descendiente del tercer hijo de Alejandro II), consultamos al investigador, profesor de Dinastías Reales en la Universidad Rey Juan Carlos, de Madrid, y académico de número de la Academia Matritense de Heráldica y Genealogía, Amadeo Rey y Cabieses, quien confirmó para esta columna que “la gran duquesa María Vladímirovna es la Jefe de la citada Casa Imperial”, porque el nacimiento de Romanovich “fue fruto de la unión entre miembros de distinto linaje”.

La gran duquesa María y su hijo han enviado un mensaje de conciliación a todos los rusos en el que destaca que “lo importante es tener el valor y la humildad de pedirnos perdón los unos a los otros”. Pero lo que agrega mas condimento a toda esta historia que se actualiza cada tanto , es que acaba de existir un momento especial, quizá podría denominarse histórico, en que el actual presidente de Rusia, Vladimir Putin, saludó a la grande duquesa María, en medio de un acto oficial del que ambos participaron. Esas cosas inesperadas de la historia.

Por Luis Eduardo Meglioli
Periodista. Autor de “Vida de Reyes”, Emporio Ediciones, Córdoba; Diario “El Confidencial”, Madrid.