La existencia se dirige hacia algo que todavía no se ha realizado, pero ya está en la intencionalidad. En las etapas de la vida se plantea objetivos de cumplimiento a corto y largo plazo. El presente retiene el pasado en la memoria, y desde ahí se proyecta al futuro. Hay algo más allá del presente, se busca, se vive anticipadamente. Hay cosas que lograr: un título, una capacitación, un trabajo, la realización de las capacidades que tiene.
La existencia se caracteriza por la tensión a algo que está en la intención, pero que está más allá como acontecimiento. Hay una etapa que si no se sabe interpretar, puede perder su modo de ser, la existencia en la edad mayor. En ella puede haber menos capacidad *de anticipar el futuro, de vivir anticipadamente, al no encontrarse ante proyectos nuevos, con la expectativa de su cumplimiento.
El análisis de la existencia en la persona mayor, se enfrenta con la posibilidad de la disminución de la conciencia del futuro. Pero se puede generar proyectos, incluso en el presente puede haber vivencias nuevas. Además se puede ayudar a descubrir el sentido de la vida en esa edad. A eso ayuda.
Hay algo favorable, la persona es una individualidad, puede encontrarse a sí misma.
Para el análisis de la identidad, saber quién soy, se considera el futuro. En la persona mayor puede haberse debilitado la noción de futuro; ahí se puede iniciar el análisis de su existencia.
La posibilidad de revalorar el pasado puede significar, reconocerse autor responsable de acontecimientos que influyeron en la propia existencia y en otras. Puede haber reparación y proyección al futuro de situaciones inconclusas, o de las que se espera resultados nuevos.
Estamos ante una parte de la vida ya pasada, surge una pregunta: ¿podemos intervenir en eso desde el presente?
Sí, nuestra identidad está configurada con ese pasado, tenemos la posibilidad de nuevas valoraciones, de superar resentimientos, de ver las cosas desde mi identidad, configurada desde mi sí mismo y mis vínculos con los otros.
La vida siempre tiene sentido, en esa edad se puede ayudar a buscar ese sentido. La persona conserva el carácter irrepetible; algo* queda de esa persona, su ser trasmite un valor; en ella se ve una parte de la existencia de los que compartieron la vida con ella. Tenemos en nuestra existencia algo de ella; en nuestra identidad hay algo de su influencia.
Es importante cómo la persona mayor ve el futuro; si se ve a sí misma con valor ante familiares, que la escuchan, ven lo que hace; y eso sirve como enseñanza que deja en nosotros, en nuestro presente que retiene y proyecta al futuro.
Manuel Castillo
Prof. Filosofía UNSJ