­Es muy probable que las manifestaciones anti-Israelíes que han sacudido a las principales universidades de Estados Unidos tengan el efecto contrario al que esperaban sus protagonistas, y perjudiquen a la causa palestina por hacerse eco de consignas abiertamente antisemitas. Para muchos de quienes apoyamos la creación de un estado palestino que reconozca a Israel y de garantías de que no lo atacará -algo que en el mundo diplomático se conoce como una “solución de dos Estados”- resulta difícil simpatizar con manifestantes que están usando slogans antisemitas, aplauden o toleran el terrorismo, y suprimen el derecho de otros estudiantes a asistir a sus clases. Más de dos mil estudiantes ya han sido arrestados en la Universidad de Columbia en Nueva York y en otras universidades de todo el país, en muchos casos por ocupar edificios o bloquear clases. Eso no les está generando mucho apoyo en la opinión pública estadounidense. Por el contrario, una nueva encuesta de Harvard-Harris muestra que el 80 % de los votantes dicen que apoyan a Israel en la guerra en Gaza, mientras que el 20 % dice que apoyan a Hamás, el grupo terrorista que inició la guerra con su ataque del 7 de octubre contra Israel. El apoyo a Israel subió levemente desde que se hizo la misma encuesta un mes antes, cuando el 79 % dijo que apoyaban a Israel. Y contrariamente a la especulación de que las manifestaciones anti-israelíes podrían restarle mucho apoyo juvenil al presidente Joe Biden en las elecciones de noviembre, la nueva encuesta Harvard-Harris reveló de que la guerra entre Israel y Hamás ocupa el puesto 15 entre las principales preocupaciones de los jóvenes, muy por debajo de la inflación y el cambio climático. No me sorprendería que el apoyo a Israel crezca, o al menos no disminuya, tras estas manifestaciones. En primer lugar, los manifestantes hubieran sido mucho más efectivos si hubieran pedido un alto el fuego en Gaza y al mismo tiempo exigido la liberación de los aproximadamente 130 rehenes israelíes que permanecen en Gaza. Pero su silencio sobre los crímenes de Hamás hace que muchos los estén viendo como cómplices del terrorismo. Además, los manifestantes habrían sido mucho más creíbles si, además de criticar a Israel por lo que los funcionarios del gobierno de Hamás dicen que son más de 34.000 muertes en Gaza, también hubieran denunciado el ataque terrorista de Hamás que inició esta guerra. En segundo lugar, los manifestantes habrían sido mucho más efectivos si hubieran pedido la creación de un Estado palestino que viva pacíficamente junto a Israel, en lugar de apoyar la eliminación de Israel. En cambio, mostraron carteles que decían “Del río al mar”, un eslogan que propone la eliminación de Israel. En tercer lugar, los estudiantes habrían obtenido más apoyo si hubieran centrado sus críticas en el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, en lugar de protestar contra el “sionismo”. No hay nada malo en protestar contra el actual gobierno de Israel, o contra cualquier otro. Pero protestar contra el “sionismo” es negar el derecho de Israel a existir. El anti-sionismo es antisemitismo, porque le niega a los judíos el derecho a tener su propio estado, como lo tienen otros grupos religiosos.

“Recordemos que Hamás invadió a Israel el 7 de octubre y mató a más de 1.200 civiles, incluidos más de 200 jóvenes desarmados que asistían a un concierto de música.”

Finalmente, la afirmación de los manifestantes de que Israel está llevando a cabo un “genocidio” tampoco les gana muchas simpatías, porque es una falsedad. La definición de un genocidio es la aniquilación deliberada y sistemática de un grupo étnico o religioso. Israel dice que busca eliminar al grupo terrorista Hamás, que se esconde en escuelas y hospitales, y no la aniquilación del pueblo palestino.

Por Andrés Oppenheimer
Columnista de The Miami Herald