El vocablo folclore nació en agosto de 1846 y fue acuñado por el arqueólogo inglés William John Thoms. Rápidamente la palabra y la idea se difundieron por todo el mundo, castellanizándose en la cultura hispano parlante. Fue tal la aceptación que tuvo este hecho que se tuvo en cuenta para instituir formalmente el 22 de agosto como el “Día Internacional del Folclore”. La palabra folclore, en cuanto a su significado, es sumamente amplia, ya que involucra un sinnúmero de saberes, todos asociados a los conocimientos populares, no institucionalizados o surgidos del pueblo y que por lo tanto tienen el viso del anonimato. Así el folclore estudiaba básicamente aquellos aspectos de la cultura popular, es decir forjados por los “grupos folk” o pueblo, tales como danzas, leyendas, creencias, tradiciones, costumbres y hasta la medicina popular. En nuestro país el citado término comenzó a utilizarse y cultivarse como disciplina científica a fines del Siglo XIX. Hubo estudiosos que deben considerarse como pioneros en esta rama del saber, como don Samuel Lafone Quevedo, Juan Ambrosetti, el sanjuanino Adán Quiroga y más tarde Augusto Cortázar. Simultáneamente surgieron instituciones específicas y se crearon carreras a nivel universitario.
Tan dilatado es su campo de investigación, que existen discrepancias entre los especialistas en cuanto su objeto de estudio, el cual también es compartido por otras disciplinas análogas. En los sucesivos congresos y encuentros que congregaron a los más prestigiosos folclorólogos, se debatió apasionadamente este punto, pero no se llegó a ningún acuerdo significativo. Sin embargo, al decir de Félix Coluccio, esto no significa que la ciencia esta en un estado de anarquía. Un tema importante surgido de estas reuniones es que es el folclore no estudia solamente aquellos conocimientos surgidos de grupos sociales rurales o campesinos; ahora también se incluyen otros estratos sociales, como los grupos urbanos, los cuales igualmente son hacedores de una serie de saberes que son considerados como materia prima del folclore. Así se estudian hechos netamente populares, pero citadinos, como puede ser la conducta o los comportamientos rituales que denotan las barras de fútbol, la nueva cultura juvenil, con sus nuevos códigos y comportamientos emanados a partir del avance tecnológico. Todos estos aspectos conforman materiales de estudio, que son de interés, de acuerdo a la esencia de estudio de esta disciplina. Por último es valedero recordar que, en San Juan, años atrás, surgió la idea de implementar los saberes folclóricos en las currículas escolares, pero el proyecto quedó en el olvido. Pueda ser que se reflote, pues es sumamente necesario conocer y amar los saberes vernáculos sanjuaninos, tan bellos y ricos.
Por el Prof. Edmundo Jorge Delgado
Magister en Historia

