La clínica Nuestra Señora de Loreto en Madrid fue escenario del nacimiento más esperado de la década de los sesenta en España: el del infante Felipe de Borbón y Grecia, tercer hijo y primer varón de los entonces príncipes de España, Juan Carlos y Sofía. Era el 30 de enero de 1968 y desde ese instante la monarquía ya tenía heredero, asegurándose así la continuidad dinástica. “¡Por fin!, doña Sofía había dado a luz un varón”, decía la prensa y se oía en los cafés, ya que hasta ese momento, en la entonces muy joven familia real, habían nacido dos mujeres: las infantas Elena y Cristina, pero faltaba un varón para poder cumplir con la ley entonces vigente que indicaba que solo un varón podía acceder al trono de España.
“España tiene un servidor más”
Minutos después Juan Carlos confesaba que “España tiene un servidor más” y comunicaba la grata y esperada noticia a sus padres, los condes de Barcelona, y a su abuela, la reina Victoria Eugenia. Posteriormente lo hacia saber al anterior Jefe del Estado, el dictador Francisco Franco.
La viuda del último rey español había prometido viajar a España para el bautizo si nacía un varón. Doña Victoria Eugenia de Battenberg, esposa de Alfonso XIII, que vivió fuera de España desde que se proclamó la República el 14 de abril de 1931, cumplió su promesa y decidió acudir al único momento trascendente en la vida del futuro príncipe y hoy rey de España que habría de presenciar: su bautizo.
El 8 de febrero de 1968, junto a su hijo, Juan de Borbón, apadrinó a su biznieto en una ceremonia que tuvo lugar en la capilla del Palacio de la Zarzuela. El pequeño recibió el nombre de Felipe Juan Pablo Alfonso y Todos los Santos.
El primero, Felipe, porque es tradicional en la familia de los Borbón; el segundo, Juan, por su abuelo paterno, el conde de Barcelona, y por último Alfonso, por el bisabuelo, Alfonso XIII.
Al cabo de diez años de reinado y auditadas varias veces las cuentas anuales de la Casa Real, muestran, según los informes publicados, “una gestión austera”, ya que Felipe VI “viaja menos que su padre, gasta menos en protocolo y dedica menos dinero a salarios en la jefatura del Estado”.
Príncipe de Asturias
Ocho años después adoptaría el título de Príncipe de Asturias, como corresponde por tradición, desde el reinado de Juan I (1379-1390) a quien en el futuro reinaría como Felipe VI. Pero han pasado muchos años e historia desde entonces y hace poco, el 30 de enero de 2025 Felipe de Borbón celebró sus 57 años al frente del Estado español, casado desde el 22 de mayo de 2004 con Letizia Ortiz Rocasolano.
Periodista de profesión, es la primera esposa de un rey de España que no pertenece a la realeza y, además, la cuarta consorte de un soberano español nacida en España.
La pareja real tiene dos hijas, la princesa Leonor, de 19 años y heredera de la corona, y la infanta Sofía, de 17 años. Al llegar Felipe al trono, el 19 de junio de 2014, la Casa Real venía de enfrentar varios conflictos que le habían “deteriorado la imagen”, según buena parte de la prensa española de entonces. Pero las encuestas de los últimos años hablan de Felipe y Letizia, reyes constitucionales, como una pareja real “bien vista por su pueblo”.
Primero por su cada día mayor presencia en actividades públicas y sobre todo en momentos difíciles de la vida española como las recientes inundaciones (DANA) en Valencia,donde se ganaron el cariño de las familias afectadas por la preocupación personal de los monarcas al escuchar a los afectados en el mismo lugar de la catástrofe.
Diez años de reinado
Ahora, pasados diez años de reinado y auditadas varias veces las cuentas anuales de la Casa Real, muestran, según los informes publicados, “una gestión austera”, ya que Felipe VI “viaja menos que su padre, gasta menos en protocolo y dedica menos dinero a salarios en la jefatura del Estado”.
Por otra parte, el rey da mucha importancia a la presencia de su familia en twitter y facebook, habiendo modernizado su página web respecto de la que se utilizaba en la gestión de su padre.
A su vez, su preparación universitaria, le permite tener un diálogo más fluido con los presidentes de Gobierno, con otras instituciones y la comunidad.
En ese marco, la eventual idea de una república, solo es posible si un día en el Congreso, algún legislador propone reformar la Constitución y una mayoría lo aprueba. Esa circunstancia se ve muy lejana hoy.
Por Luis Eduardo Meglioli
Periodista. Autor de “Vida de Reyes”, Emporio Ed., Córdoba

