Por iniciativa del Dr. Mariano Moreno, la Junta gubernativa de las Provincias Unidas del Río de la Plata decretó el 13 de septiembre de 1810 la creación de la Biblioteca Pública de Buenos Aires. Para dar impulso a la nueva institución cultural, la Junta organizó una suscripción patriótica y la Biblioteca finalmente abrió sus puertas el 16 de marzo de 1812. Fueron sus primeros bibliotecarios el Dr. Deán Saturnino Segurola y Fray Cayetano José Rodríguez. En septiembre, mes del bibliotecario, cabe destacar la importancia de esta actividad para fortalecer la educación y la cultura en el país.

En 1954, se establece el “Día del Bibliotecario” en todo el territorio argentino, cuando se dicta el decreto 17.650/54, en homenaje a la función que cumplen los bibliotecarios de todo el país.

Esta fecha se corresponde con la edición de “La Gazeta de Buenos Ayres” del 13 de septiembre de 1810, en la que apareció un artículo titulado “Educación”, escrito por el periodista Dr. Mariano Moreno, en el que se informaba por iniciativa de la Junta de Mayo sobre la creación de la Biblioteca Pública de Buenos Aires, hoy Biblioteca Nacional; y, de los nombramientos de los primeros bibliotecarios oficiales de la República Argentina.

La bibliotecología es la ciencia social que estudia el manejo, proceso, transmisión, adquisición y el producto de la información; de los materiales en que se la presenta y del lugar en que se hace uso de ella, para con esto responder mejor en calidad y cantidad a las demandas de información que hace la sociedad, siendo “el puente entre el usuario que requiere una información y la información misma”.

Nuevas tecnologías
La utilización de la informática y las nuevas tecnologías de la comunicación (TIC’s) han revolucionado el ámbito bibliotecológico. Por medio de ordenadores y terminales, los usuarios pueden realizar consultas sobre los fondos bibliográficos en bases de datos, leer información almacenada en formatos digitales y acceder a Internet.

El bibliotecario es un profesional que tiene a su cargo el cuidado, ordenación y servicio de una unidad de información. Se trata de una persona que, ya sea en el ámbito de una biblioteca o Centro de Documentación, desarrolla procedimientos para organizar la información, así como ofrecer servicios para ayudar e instruir a las personas en las maneras más eficientes para identificar y acceder a la información que necesiten, en sus diferentes formatos.

Su tarea pasó de ser meros custodios de las colecciones de libros a ser intermediarios entre los usuarios que requieren satisfacer alguna necesidad de información y las colecciones bibliográficas y digitales que les son confiadas.

Tareas de los bibliotecarios
El oficio del bibliotecario se encuentra indisolublemente unido al origen del libro como producto cultural que contiene el registro gráfico del conocimiento y como medio de comunicación a largo plazo. En el primer caso encontramos al bibliotecario como guardián de libros; y, en el segundo, como su organizador, proveedor y facilitador; por consiguiente, como profundo conocedor de sus contenidos, dando como resultado dos extremos entre los que oscila el oficio bibliotecológico: inquisidor y erudito.

Las tareas de los bibliotecarios son múltiples: adquisición e inventario de nuevos materiales, catalogación y clasificación de los mismos, desarrollo de las colecciones, descarte de materiales obsoletos, establecimiento de políticas o normas de funcionamiento de los centros de información o bibliotecas donde trabajan, conducción de entrevistas de referencia y/o consulta, contratación de servicios y suscripción a materiales impresos o electrónicos e investigación.

Ámbitos de trabajo
Los bibliotecarios trabajan en distintos ámbitos: bibliotecas públicas, bibliotecas comunitarias, bibliotecas de instituciones educativas (públicas o privadas como universidades o colegios), bibliotecas especiales (para ciegos, sordos, etc.), bibliotecas especializadas, por ejemplo en un Instituto de investigación o la biblioteca interna de una empresa, bibliotecas parlamentarias o aquellas que dan soporte a la actividad de un Parlamento y las bibliotecas nacionales, encargadas de reunir y conservar toda la producción bibliográfica de un país.

Estos profesionales de la información se han preparado durante años como gestores de la información para apoyar la formación de nuestros niños y jóvenes en las aulas y para colaborar en el desarrollo académico y científico, educativo y cultural del país. En San Juan, por ejemplo, los estudios de Bibliotecología cuentan con una duración de tres años y tienen un nivel de enseñanza superior no universitario; y, sus asignaturas se centran en temas como ciencias sociales y humanidades, literatura, informática, idiomas, historia; y aspectos específicos sobre selección, adquisición, conservación, clasificación, indización y catalogación de los diferentes tipos de materiales que se pueden reunir en los fondos bibliotecarios.

Marcel Prevost dijo: “El Hallazgo afortunado de un buen libro puede cambiar el destino de un alma”.

> Formación profesional
El primer programa educativo para la formación profesional de bibliotecarios fue establecido en 1887, en la Universidad de Columbia, por el estadounidense Melvil Dewey. Su ejemplo fue seguido en el Instituto Pratt (1890) y en la Universidad Drexel (1892). Algunas bibliotecas estadounidenses, como la Biblioteca Pública Enoch Pratt de Baltimore y la Biblioteca Pública de Nueva York, patrocinaron igualmente programas formativos a título individual.

Además, los bibliotecarios han fundado diversas organizaciones y asociaciones profesionales tanto a escala provincial, regional, como nacional e internacional. Algunas de sus principales inquietudes han sido mantener un firme compromiso con el principio de libertad intelectual y promover el acceso de todas las fuentes de información posibles al mayor número de público.

Por Marisa Verónica Parra Marrello
Bibliotecaria Nacional
Matrícula Profesional 068