En artículos anteriores dijimos que la educación de la afectividad y la sexualidad forma parte de la educación integral del ser humano, tanto en la familia como en la escuela. Es una “educación para el amor”, porque amar requiere de educación. Se puede “aprender a amar” y a demostrar el amor. Las relaciones interpersonales más importantes para la felicidad de las personas son las relacionadas con el amor, porque estamos hechos para amar y ser amados y el ser humano se realiza en el amor. El amor es un bien mayor que produce felicidad.

Amar requiere educación
Pero amar no es fácil. Requiere educación, pues necesita de virtudes especiales como la generosidad, la donación, la entrega, la amabilidad, la capacidad de perdonar, la empatía, etc. Por lo tanto, educar es un proceso de perfeccionamiento humano. Una persona educada es virtuosa, tiene más perfecciones, es más perfecta, y por ello, es más feliz.

Para Aristóteles, la felicidad es el objetivo principal de la vida, y la educación es la forma de llegar a ella; la felicidad se alcanza al actuar de manera justa y hacer el bien, y la educación es la forma de desarrollar las virtudes que permiten hacerlo. Y Santo Tomás de Aquino afirma que el fin de la educación es la felicidad.

Cada vez más personas, sin importar coeficientes intelectuales, profesiones o bienes materiales que tengan, son analfabetos en cuestiones del amor porque no saben amar; son incapaces de salir de su egoísmo para abrirse al otro, inmersos en un analfabetismo emocional, incapaces de sacrificio y abnegación por los demás.

Analfabetismo emocional
Lamentablemente, cada vez más personas, sin importar los coeficientes intelectuales, las profesiones o bienes materiales que tengan, son analfabetos en cuestiones del amor porque no saben amar; son incapaces de salir de su egoísmo para abrirse al otro, inmersos en un analfabetismo emocional, incapaces de sacrificio y abnegación por los demás.

Ciertamente, leer, escribir, sumar o calcular, es muy importante; pero más importante es actuar con sinceridad, generosidad, amabilidad, esfuerzo, lealtad, etc., porque los valores y las virtudes son perfecciones que humanizan a las personas; junto con la edad las llevan a la madurez, las hacen más excelentes, útiles para la sociedad, buenos y honrados ciudadanos.

Educación integral
La educación integral de la sexualidad va más allá de la transmisión de saberes; consiste en enseñar a amar, en formar para una vida sana y feliz física y espiritualmente, en dar las herramientas necesarias para lograr la plenitud y madurez humana. Esto es el fruto del trabajo conjunto de los padres, como primeros y principales educadores, y de las instituciones educativas, cuyo objetivo es sumarse a esta tarea de educar en sintonía con los valores y virtudes, que “son la brújula que guía nuestras acciones y decisiones. Son los principios que nos indican lo que está bien y lo que está mal, y que moldean la forma en que nos relacionamos con los demás y con el entorno” (Editorial DIARIO DE CUYO, 14/01/2025).

Educar hoy no es una tarea fácil ya que la cultura hedonista y pansexualista actual presenta antivalores como estilos de vida para los niños, niñas y adolescentes. Es por eso, que es necesaria y urgente la educación integral de la sexualidad y la afectividad para “aprender a amar”.

Por Ricardo Sánchez Recio
Orientador Familiar. Profesor de Química. Lic. en Bioquímica