No caben dudas que lo del domingo pasado fue un golpe al mentón del mileismo. Después de esa trompada, se verá si está en condiciones de reponerse, lanzarse otra vez al ataque y retomar la iniciativa. Hay varios que ya lo dan por vencido y, dicen, “va a caer”. Algo que se le viene pronosticando a Milei desde que asumió.

Noto demasiado apresuramiento en esos pronósticos. La economía, que también estaría en “muy mal estado”, o dicen que directamente “no existe plan”, parecería estar reponiéndose después del “lunes negro”. Pues el dólar, salvo un leve aumento, no se disparó, política de restricción monetaria de por medio, el índice de inflación no llegó al 2%, las acciones argentinas rebotaron en alza y el FMI respaldó la gestión. Estos son datos objetivos. Así que ha tener cuidado con pensar que este rival ya está vencido, pues su principal base de sustentación, la economía, sigue firme al parecer.

Como se mantuvo en los meses siguientes a la asunción de 2023 o después de la salida del cepo, y de otros acontecimientos considerados de alto riesgo, cuando se aventuraba, como ahora, un dólar estratosférico, una inflación de 3 ó 4 dígitos, un riesgo país orillando los 3000 puntos, y otros descalabros más que, al final, no sucedieron.

Este gobierno recibió un estado quebrado. En terapia intensiva. Lo está tratando con medicación muy fuerte, dieta estricta, y está en aparente mejoría, pero no como para desconectarlo ya del respirador, de los monitores, ponerle plata en el bolsillo, y largarlo a la calle “como si” estuviese bien.

La “paliza” del domingo
Pero el dato concreto es que hubo una “paliza” el domingo. Y es más que un llamado de atención. Por algo entraron las piñas. En “Enfoque”, del domingo pasado, hicimos hincapié en dos errores visibles del presidente Milei: la soberbia demostrada cuando decidió “ningunear” a quienes lo ayudaron a llegar dónde llegó, por ejemplo el PRO, y a los gobernadores quienes, con el voto de sus senadores y diputados nacionales, lo apoyaron en leyes clave, por ejemplo el RIGI. Los llamó “degenerados fiscales”, a todos. Y por otro lado, al llamarse a silencio, o dar respuestas endebles, o muy frágiles, a las sospechas de corrupción, detonadas a partir del “caso Libra” y de los audios del señor Spagnuolo, todavía en trámite judicial.

Entonces hablamos de la necesidad de transparencia en los actos de gobierno, como un medio eficaz de anticipación, y neutralización,de quienes planean beneficiarse con maniobras delictuales en el uso de los fondos públicos. Como así mejorar la comunicación, olvidar los insultos y tratar civilizadamente a todos.

Estos errores, más los vetos a las leyes sobre jubilaciones, discapacidades, financiamiento universitario y al Garraham, que, sumados al atraso salarial, hacen que la gente “no llegue a fin de mes”, habrían sido detonantes de la derrota. Más, agrego, el indudable peso territorial de los intendentes del conurbano, aparato que la oposición peronista maneja con gran expertiss, y a los defectos en el armado electoral por parte del oficialismo.

Elección a corto plazo
Ocurre, a mi entender, que la Argentina tiene un régimen de elección de autoridades diseñado para el corto plazo. Con elecciones cada dos años. Luego, si el gobierno quiere ganar, se ve tentado a endulzar el bolsillo de los ciudadanos. Eso que le llaman “hacer política” no es otra cosa que aplicar medidas “nacionales y populares”, con el efecto de hacerle creer a la gente que está mejor, porque ve que la plata “hoy” le alcanza, e ignora que a largo plazo culminará en un proceso de empobrecimiento, que es estadísticamente cierto, y comprobable además, con solo ver el crecimiento constante de las villas miserias en el conurbano, y alrededor de las grandes ciudades. A pesar de los “planes platita”.

Este diseño, implica que haya un Poder Ejecutivo, como el actual, débil, permanentemente amenazado por un Parlamento en contra, ya que las renovaciones de bancas, al ser parciales, permiten que un gobierno desplazado en las urnas, mantenga un alto caudal de poder en los Congresos siguientes. Lo que le posibilita hostigar, trabar, y proponer incrementos de todo tipo, sin decir de dónde vienen los recursos.

¿A quién no le gustaría “hacer justicia social” con la plata que otro debe administrar? Luego, el gobierno, que acaba de reafirmar el rumbo de la política económica y se dispone a vetar nuevamente, es insensible, dictatorial, no está en sus cabales, o “gobierna para los ricos”.

Así, resulta imposible planificar para el largo plazo. Que es lo que necesita la Argentina que ya acumula décadas de estancamiento, y consiguiente aumento en los niveles de pobreza. Son impostergables, para un crecimiento genuino, la sanción de una nueva legislación impositiva, otra laboral y otra previsional, que incrementen la inversión, el empleo, aumente la base de aportantes y se vaya revirtiendo la economía informal.

En terapia intensiva
Argentina, país potencialmente rico, enfermó gravemente, y este gobierno recibió un estado quebrado. En terapia intensiva. Lo está tratando con medicación muy fuerte, dieta estricta, y está en aparente mejoría, pero no como para desconectarlo ya del respirador, de los monitores, ponerle plata en el bolsillo, y largarlo a la calle “como si” estuviese bien. Aquellas reformas son de absoluta necesidad para ponerlo de pie genuinamente. Para volver a ser un país normal. Y el Gobierno debe explicarlo y comunicar bien, sin frases altisonantes, y con respeto por el otro. Que está sufriendo.

Por Orlando Navarro
Periodista