“En Estados Unidos no podemos cultivar mucho café. Importamos unos US$8.500 millones al año. Los aranceles anunciados ascenderán a al menos US$1.250 millones. Eso es un aumento de impuestos del 15% en tu café de la mañana”.

Ese mensaje, publicado por el jefe de políticas de la Cámara de Comercio de EE.UU., Neil Bradley, en la red social X, muestra el sentimiento de muchos en el sector privado de ese país ante los aranceles anunciados por el presidente Donald Trump para casi todos los países del mundo.

El arancel es una tasa que un país cobra por importar un producto de otro país. Por ejemplo, si una empresa estadounidense quiere importar madera por un valor de US$100 y el país de donde proviene tiene asignado por el gobierno de Washington un arancel del 10%, la empresa debe pagar US$10 en la aduana.

Así, el arancel lo paga la empresa importadora estadounidense, que luego deberá decidir si traslada ese costo al precio que pagan los consumidores por sus productos. Es por eso que la mayoría de analistas han vaticinado que la decisión de Trump de imponer aranceles al comercio exterior llevará a que los consumidores de su país tengan que pagar más por los productos importados que compran, y que eso generará inflación.

Visión de la Casa Blanca
Trump dice que los demás países deben pagar lo que denominó como “aranceles recíprocos” para equilibrar unas relaciones comerciales que considera injustas.

Asesores del gobierno afirmaron que solo la cuarta parte del arancel se traslada a precios, según un documento oficial que cita un estudio del Harvard Business School titulado “El traspaso de aranceles en la frontera y en las tiendas: evidencia de la política comercial de EE.UU.”, publicado en 2021.

El presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, dijo a mediados de marzo que el país se estaba acercando a tener controlada la inflación – que a febrero se ubicaba en el 2,8% anual – pero que, “con la llegada de la inflación arancelaria”, su reducción “puede verse retrasada”.

Por lógica, las empresas no quieren perder dinero. Si el exportador en el extranjero disminuye los precios a los que vende – ya sea porque la moneda de su país se devalúa frente al dólar o porque absorbe el costo de los aranceles para que el producto llegue al mismo precio al importador en EE.UU.-, nada cambia.

Según una estimación del Peterson Institute for International Economics publicada en mayo de 2024, aranceles universales del 10% y del 60% para China le costarían unos US$1.700 al año al hogar promedio estadounidense.

¿Qué ocurrió en el pasado con los aranceles?
El estudio del Harvard Business School que fue tomado como referencia por la Casa Blanca analizó qué ocurrió después de que Trump le impusiera aranceles a China en su primer gobierno.

Los autores compararon los precios de importación antes y después de los aranceles y hallaron que, por ejemplo, que ante una tasa de 20%, hubo una disminución de 1,1% en el precio por parte del proveedor y un aumento de 18,9% en el precio total pagado por el importador estadounidense.

En marzo de este año, uno de los autores de la investigación, el argentino Alberto Cavallo, se refirió a este trabajo en la red social X y escribió: “Si los aranceles persisten y las empresas ya no pueden absorber los costos, es probable que se produzcan precios más altos para el consumidor” y que la transferencia sea prácticamente completa.

Después de ver que los asesores del gobierno se habían basado en su estudio, volvió a tuitear y dijo: “No está del todo claro cómo utilizan nuestros hallazgos”.

Por Felipe Llambías
BBC News Mundo