La liberación del cepo cambiario marca un punto de inflexión histórico para la industria del software argentina. Durante años, las restricciones distorsionaron la competitividad de un sector que, por naturaleza, opera en un entorno virtual donde las fronteras físicas y los impuestos territoriales pierden relevancia. El avance hacia un tipo de cambio unificado y transparente no solo restaura la normalidad necesaria para exportar servicios eficientemente, sino que también abre la puerta para recuperar el talento que emigró ante las limitaciones del sistema anterior.
La economía del conocimiento ha demostrado su potencial con creces, generando más de 9 mil millones de dólares en exportaciones anuales, con cientos de empresas nacionales compitiendo globalmente. Sin embargo, la brecha entre el dólar oficial y el paralelo obligó a muchas compañías a establecer filiales en el exterior simplemente para sobrevivir, provocando una innecesaria fuga de divisas y valor agregado.
Para consolidar este cambio, resulta imperativo abordar la problemática de los impuestos distorsivos que afectan al sector. Cargas como el Impuesto al Cheque a nivel nacional y los Ingresos Brutos provinciales erosionan la competitividad internacional de las empresas. Su eliminación o reducción permitiría operar con mayor eficiencia, invertir en innovación y talento, y competir en igualdad de condiciones con empresas de otros países
La reactivación exportadora impactará directamente en el ingreso de divisas y en la generación de empleo de calidad. El sector tecnológico ofrece salarios superiores a la media nacional, incluso para perfiles junior que superan ampliamente el umbral de pobreza, mientras que un desarrollador experimentado puede alcanzar ingresos equivalentes a múltiples canastas básicas. Esto convierte al software en un verdadero motor de movilidad social ascendente.
