‘Diversificar los ahorros’’. La frase de cabecera de muchos economistas que no se fían en que un solo refugio sea la salvación al momento de sacarle buena renta a los ahorros. Una de las decenas de posibilidades que aparecen en el mercado y que no representan un nicho riesgoso, son los fideicomisos financieros.
Tienen la ventaja de que ofrecen rendimientos superiores a otros instrumentos con igual duración, a la vez que poseen muy baja volatilidad: mientras que un plazo fijo en pesos otorga una tasa nominal anual de alrededor de 9,5 o 10 puntos, un fideicomiso financiero lo hace en el orden de entre un 16 y 18%. Pueden ingresar ahorristas que posean un mínimo de 5.000 pesos.
Técnicamente, un fideicomiso emite títulos de deuda o certificados de participación, donde los inversores proveen fondos para que el fiduciario realice la adquisición de los activos. ‘La operatoria en este caso es muy similar a la de títulos públicos o acciones, donde uno va por una Sociedad de Bolsa y ahí es donde se ordena la colocación o toma del fideicomiso que se esté ofreciendo en el mercado. Es como una licitación, son ofertas primarias, o sea, que una empresa sale al mercado a capturar fondos y lo hace a través de un fideicomiso financiero en el cual se realiza la apertura de ofertas y con una tasa de corte’’, explicó Gustavo Ahumada de Global Market Sociedad de Bolsa San Juan.
El único inconveniente para un inversor chico es que pagan el capital junto con la renta periódicamente, comúnmente de forma mensual. Si por ejemplo se entra con 10.000 pesos a un plazo de 12 meses, cada 30 días tendrá los 833 pesos de capital (más la renta) y el inversor tiene que ponerse a ver dónde invertir ese dinero.
En los últimos años aumentó en forma considerable la emisión de estos instrumentos. Se pueden adquirir en el mercado de capitales (los que tienen cotización bursátil) y tienen una operatoria muy transparente.
