Evitar que las rocas se desprendan sobre la calzada fue uno de los retos en el área montañosa de la Ruta 150, lo que exigió disponer de innovaciones tecnológicas en materia de protección de taludes. Un talud es el corte que se efectúa en el cerro mediante voladura para abrir el camino. En términos generales, es la pared de roca que queda sobre la ruta y la que se debe proteger para evitar desprendimientos.

Por ser una zona de elevamiento de Los Andes la geología es compleja, la orogenia andina tiende a fracturar y desplazar rocas generando desde pequeños desprendimientos a bloques de gran tamaño que eventualmente pueden resultar peligrosos sobre el camino. Como cada tipo de roca tiene comportamientos diferentes, tras el correspondiente análisis geológico se eligió una protección de taludes de acuerdo a los tipos y tamaños existentes. Para los fragmentos más chicos se colocaron mallas colgantes, un entretejido de cables de acero que asemeja a una especie de tul que va sobre la roca cuya función es guiar los pequeños trozos para que no caigan sobre la banquina. Cuando los bloques aumentan de tamaño, se colocan mallas reforzadas con pernos y cables de acero que van como "cosidos" a la roca.

En taludes con mayor complejidad geológica y por ende con bloques de tamaño aún mayor, se utilizaron membranas flexibles. Las mallas son circulares, tienen mayor capacidad de porte y se deforman más, característica que les permite adaptarse a la forma, dimensión y movimiento de rocas mayores. Se utilizan en el ingreso o salida de túneles, en donde las mallas reforzadas no sean suficientes para sostener las rocas que puedan resultar peligrosas.

Las barreras dinámicas conforman el último tipo de sistemas antidesprendimientos utilizados, destinadas a las rocas de mayor magnitud y fundamentales en las salidas de los túneles. Es una red de cables de acero sujeta con parantes destinada a evitar que los bloques caigan sobre la ruta y obstruyan los túneles. Su dimensión promedio es de 4 metros de altura y pueden alcanzar hasta los 670 metros de longitud. Los postes o parantes pueden tener de 3 a 5 metros según la topografía.

Cualquiera sea el tipo de protección existente, en la mayoría de los casos se usan en forma combinada y de acuerdo a la complejidad geológica que exija el tramo. Por lo que es factible encontrar en diferentes tramos del camino una combinación de membranas flexibles junto a barreras dinámicas, por ejemplo.