Claudio Mondaca (67) vive en la zona rural de Santa Lucía y toda su vida combinó el trabajo en la ciudad con el cultivo de plantas, hortalizas y pequeños animalitos de granja, en los ratos libres. Así, con años en contacto con la tierra y las plantas fue como aprendió la técnica de elaborar abonos orgánicos que utilizaba en su momento en provecho propio.
Pero hace un año se jubiló, y dedicado a pleno a la tarea agrícola empezó a producir fertilizante orgánico con lombrices -más conocido como humus de lombriz-, a venderlo entre vecinos, amigos y conocidos, y se convirtió en un emprendedor. Por esa tarea incluso fue beneficiario de un pequeño aporte del programa social de emprendedores del Ministerio de Desarrollo Humano y Acción Social, que le sirvió para impulsar su negocio, y ahora a Claudio se lo puede encontrar en las ferias de emprendedores que organiza la repartición oficial.
‘’Empecé hace unos años con la lombriz californiana que la crió en una mezcla de hojas y de guano de conejos que también tengo en mi chacra. Hago un abono orgánico que tiene todos los nutrientes de un químico, pero natural. sale una mercadería muy buena’’, contó el hombre sobre los inicios de su negocio. El humus se logra a partir de procesos de digestión de una variedad específica de lombriz cuyos desechos son perfectos como fertilizante de muy alta calidad.
La importancia del humus de lombriz es que le inserta microorganismos al fertilizante lo que ayuda a la tierra y a las plantas a que se nutran mejor, ‘’es por ello que se puede usar en los jardines de la casa y hasta en huertas agrícolas’’. ‘’Anda perfectamente en huertas de hortalizas y también en las flores y plantas de todo tipo. El que viene acá y ve estas flores, se da cuenta enseguida’’, agregó orgulloso, rodeado por las plantas y plantines de flores y hortalizas que tiene en su jardín.
Claudio ofrece sus productos en su casa, o en las ferias, en bolsitas pequeñas de un kilo; aunque también se le puede pedir la cantidad que se precise, ya que produce constantemente una buena cantidad de fertilizante. ‘’Lo bueno es que no tiene olor, cualquier podría hacerlo incluso en un barrio y nadie se daría cuenta’’, contó el microemprendedor familiar.
Dedicado ‘’a full’’ en esta tarea, Mondaca juró que si bien el negocio no le reporta los ingresos suficientes, no lo dejaría por nada en el mundo. ‘’Lo hago porque me gusta’’, aseguró el hombre.

