Con la profundización de la caída de las exportaciones, la baja del consumo interno y la importación de caldos chilenos que aportó su grano de arena al problema, tras tres años regresó el fantasma del sobrestock de vinos que tira abajo los precios de los productores.

Los viñateros y autoridades del Gobierno ya están apretando los dientes al pensar en lo que se avecina. De acuerdo a los últimos datos publicados por el INV, se espera que el excedente de vinos supere los 480 millones de litros para el 2019, el doble de lo que hubo en el 2015 y que tuvo a mal traer a la vitivinicultura argentina. El exceso es tan alto que aunque se perdiera entera la próxima cosecha y no se recogiera un racimo, el vino que ya tienen las bodegas argentinas alcanza hasta febrero del 2020, razonó una fuente calificada con los números en la mano.

El problema no es tan grave en la provincia de San Juan que logró neutralizar o atenuar el efecto al diversificar elaborando mostos, pasas y uva de mesa, además de vinos; pero sí en Mendoza que tiene gran peso en esta industria y arrastra a todas las provincias productoras. El resultado será el mismo en todo el país: el sobrestock complica a toda la industria porque presiona fuertemente a la baja del valor del litro de vino y del kilo de uva. ""Estamos muy preocupados" admitió ayer el ministro de Producción, Andrés Díaz Cano, quien dijo que el Gobierno sanjuanino ha invitado a autoridades mendocinas y se le ha solicitado a la Nación que ayuden a destrabar este problema con programas orientados a la comercialización. ""Hay que tomar medidas pronto y planificar que se puede hacer para evitar una crisis" señaló. Aquí ya se empezó llevando bodegas a una feria de vinos que acaba de terminar en California y se vienen otras más a Estados Unidos, Canadá y Brasil, para tratar de encontrar nuevos compradores. El funcionario recordó que la provincia siempre cuestionó que se hayan importado 100 millones de litros de vinos cuando había suficiente en el país.

Los viñateros que vienen con una seguidilla de años de precios bajos, aún no terminan de cobrar la uva de la última cosecha y soportan una devaluación tras la disparada del 35% del dólar entre mayo y junio, ya hablan de que los más pequeños van a tirar la toalla (ver Los viñateros... ).

LAS EXISTENCIAS DE VINO

Al 1 de junio pasado las bodegas tenían guardados vinos por 2.056 millones de litros, entre tintos y blancos, según comprobó el INV. Estimando que se puedan sacar unos 1.174 millones de litros de ahora y hasta el 1 de junio del 2019, entre exportaciones, mercado interno y otros usos, queda un saldo a esa fecha de 881,5 millones de litros. Esa cifra equivale a 9 meses de stock técnico de vinos, cuando lo aconsejable para tener equilibrio es contar sólo con 4 meses. En otras palabras, a junio del 2019 sobran 5 meses o 483 millones de litros de vinos, y eso sin contar la cosecha que se avecina.

El vino tinto es el de mayor peso. Hay en este momento 14,6 millones de hectolitros (ver infografía), restándole el estimado que consumirán los argentinos, lo que se venderá al mundo y lo que irá a destilerías y espumantes quedan 5,8 millones de hectolitros equivalentes a 8 meses más de la misma comercialización. Es decir, el actual vino alcanza hasta febrero del 2020 sin contar la próxima vendimia. En vinos blancos el stock es de 12 meses. Un experto advirtió que el problema puede ser mayor ya que los cálculos se hacen con lo comercializado en el 2017 y en lo que va del año la exportación y consumo están cayendo.

Los viñateros ven un panorama sombrío

En las condiciones actuales, viñateros sanjuaninos anticipan que será difícil levantar la cosecha, dice un comunicado de la Asociación de Viñateros Independientes. La entidad advierte que está creciendo el "desaliento en los productores" y denuncian una falta de política vitivinícola nacional. ""El Estado nacional está ausente y los productores vitivinícolas quedamos una vez más, indefensos" señala el documento. Entre los puntos críticos destacan los excedentes vínicos que alcanzan hasta febrero del 2020, ""lo que provoca que los precios de la uva no mejoren y aún peor, que no haya mercado de uva para la próxima cosecha". Agregan que la uva no tiene valor rentable, y no se actualizaron las cuotas del bodeguero comprador a cobrar durante el año pese a la "altísima" inflación. Además el precio del vino de traslado es menor a hace un año, y que no hay respuestas de la mesa de competitividad del sector, entre otros.