Según un profesor de la Universidad de California en Davis, la fuerza de las emisiones de carbono creadas durante el proceso de fermentación del vino son "cinco veces más concentrada que la de los aviones y los automóviles".

El profesor de la Universidad de Davis, California, Estados Unidos, advierte que los bodegueros deberán encontrar formas de capturar el carbono emitido durante el proceso de fermentación.

¿Qué es la huella de carbono? Se trata de un identificador que mide la cantidad de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) a la atmósfera, generados como consecuencia no únicamente del desarrollo de un proceso de fabricación, sino también de los recursos naturales que son consumidos durante ese proceso.

En los últimos años se está dando mucha importancia no sólo a las prácticas propias de la viticultura ecológica, al empleo de materiales reciclables, a la reutilización de las aguas empleadas en la limpieza o al respeto por el medio ambiente por parte de las bodegas; también es fundamental el impacto medioambiental que la propia actividad produce, así como el de los materiales que se emplean para la misma.

Los llamados gases de efecto invernadero pueden tener un origen biológico o un origen industrial y son seis fundamentalmente: dióxido de carbono (CO2), óxido nitroso, metano, hidrofluorocarbonos, hexafluoruro de azufre y perfluorocarbonos.

El dióxido de carbono es uno de los gases que más contribuyen a la creación del efecto invernadero y, aunque la elaboración de un vino no es uno de los procesos en los que más se vierte este gas a la atmósfera, el valor medio es de 1,5 kilogramos de CO2 por cada botella de 75 centímetros cúbicos..Bajar este valor es el desafío de las bodegas para mantener una política amigable con el ambiente.

Según el medio Vinetur, Roger Boulton, profesor de UC Davis, realizó esta afirmación a todos los asistentes al evento internacional sobre el Sauvignon Blanc en Melbourne el mes pasado, y alertó que es esencial que los enólogos comenzaran a capturar sus emisiones de carbono, que calificó como uno de los factores ambientales más apremiantes que afecta la industria del vino.

"Las huellas de carbono han sido dejadas de lado", explicó en declaraciones para la revista Drinks Business. "Los enólogos tienen que comenzar a medir sus huellas de carbono, especialmente en la fermentación".

Según el académico, "deberíamos capturar carbono en las bodegas para que se conviertan en carbono neutral. El carbono del proceso de vinificación es cinco veces más concentrado que el de los aviones y los automóviles. Un litro de mosto produce 60 litros de dióxido de carbono. ¿Por qué no lo estamos atrapando?" cuestionaba.

"Una sola botella de vino contiene 80 g de dióxido de carbono. Como enólogo, si quiere ser un líder serio en sostenibilidad, entonces tiene que capturar sus emisiones de carbono, una buena manera de hacerlo es convertirlo en tiza", dijo.

Según Drinks Business "una de las compañías de vinos que encabeza los avances en esta área es Bodegas Torres, que ha estado buscando formas de capturar y transformar con éxito el dióxido de carbono producido durante la fermentación. El equipo de Torres ha estado experimentando con ocho tecnologías diferentes que ofrecen usos alternativos para el CO2 producido durante la fermentación. Uno de estos experimentos utiliza compuestos orgánicos para capturar CO2 para crear un producto que se puede usar en la industria de la pintura, mientras que otro ha experimentado con el uso de la electrólisis del agua de mar para generar una solución básica de baja huella de carbono que luego se puede utilizar para captura de CO2 en forma de carbonato inorgánico".


Con la huella de carbono se puede medir la cantidad de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) a la atmósfera El dióxido de carbono es uno de los gases que más contribuyen a la creación del efecto invernadero en el planeta.