A Zulma Molina (47) no se le olvida jamás cuando su marido se quedó sin trabajo con los niños chicos, hace 20 años; y salieron adelante vendiendo pastelitos de membrillo caseros en los almacenes de Alto de Sierra. Durante 6 meses, hasta que consiguió un empleo en la administración pública (es técnico de laboratorio en el Rawson) jamás faltó un plato de comida en la mesa gracias a los talentos culinarios de esta emprendedora. Si bien desde entonces nunca abandonó del todo la cocina y continuó elaborando tortas y empanadas para familiares y amigos; hace 2 años el destino volvió a enfrentarla con la desocupación -esta vez de su hija Romina (27)- y decidió que había llegado el momento de iniciar un proyecto propio: elaborar pan casero, semitas, facturas y comidas para vender. Hoy, La Cocina de Zulma -en calle 12 de octubre, 137 Norte, en Santa Lucía- pasó del comedor de la casa a un lugar propio en una ampliación hecha con el fruto del propio trabajo y, logró posicionarse en Alto de Sierra. Zulma no dudó en buscar ayuda para fortalecer el emprendimiento y golpeó puertas en el Ministerio de Desarrollo Humano, y logró un subsidio para comprar un horno rotisero, tipo de panadería. ’’Luego con ayuda de la gente del INTA conseguí un microcrédito y me compré la sobadora. Pero sigo amasando a mano porque me falta la amasadora’’, contó. En la cocina se elaboran unos 10 panes caseros diarios, entre 80 a 100 semitas con chicharrón y de 40 a 50 prepizzas diarias. También le suministra entre 30 a 40 docenas de hojas de empanadas semanales a una parrillada que la tiene como proveedora.
Con el pan de cada día
La cocina de Zulma: Molina logró posicionar su negocio de elaboración culinaria.

