Cuando Leonardo De La Vega (29) y Rogelio Toro (29) salieron de la facultad de Ingeniería en el 2005 con el diploma de ingenieros electrónicos bajo el brazo no les faltaban las buenas ideas para inventar soluciones para la agroindustria, pero tenían poca experiencia. Convocaron entonces a un conocido, el mecánico Edgardo Galán (38) -"el que hace que las ideas se vuelvan tridimensionales, que se palpen", según se define a sí mismo-, y en el taller del fondo de la casa de uno de ellos empezaron a dar forma a sus ideas. Primero fue un sistema de medición de temperatura en bodegas que salieron a ofrecer a una industria local. Con ese invento golpearon las puertas de un invernadero industrial de plantines frutihortícolas. Pero allí se toparon con otro realidad y otro desafío: La necesidad de dotar de tecnología al riego a escala de los plantines.

Esa dificultad los llevó a inventar el robot que riega, un aparato eléctrico, totalmente automatizado, que se desliza sobre una vía como un pequeño tren regando con sus brazos y pulverizando con agroquímicos los plantines frutihortícolas del invernadero. El aparato se programa para que riegue cuando se necesite y además tiene una poleas que van estirando las mangueras y evitando que se enreden.

Por ese invento los tres sanjuaninos acaban de ser premiados en el concurso Innovar 2009, un certamen en el que hubieron 2.630 presentaciones de creaciones innovadores de todo el país, de los cuales 400 fueron seleccionados para ser expuestos el fin de semana en el Centro Cultural Borges. Allí, el Ministerio de Ciencia y Técnica premio al robot sanjuanino en la categoría Innovación para el Agro. Les darán por eso, 5.000 pesos. Y, el premio mayor: ya figuran en un catálogo a todo color, con los mejores inventos tecnológicos de la Argentina, que será repartido en empresas e industrias de todo el país. O sea, una puerta grande para ser conocido y por que no, demandado en otras jurisdicciones.

Con ayuda

En San Juan no les fue mal: El invernadero pocitano Fitotec apostó a los creadores sanjuaninos y les financió el primer prototipo en el 2007. "No es fácil encontrar en San Juan a alguien a quien uno le lleve la idea en papel y que aporte la plata para desarrollarlo", dijo, agradecido, Rogelio. El invento anduvo tan bien que el año pasado la empresa les compró 9 carros más. Y en estos momentos, el grupo esta terminando 13 carros más para las naves que esa empresa tiene en Pocito.

El robot aportó tecnología al negocio y fue también un beneficio social: Hasta que los sanjuaninos lo crearon, el riego se hacía a través de un carro con brazos regadores que empujaban obreras durante todo el día. "Aparte de ser cansador, en verano o con viento Zonda el invernadero requiere de mucha agua. Y estar adentro, con 45º grados y 80% de humedad no es muy agradable!", dijo Leonardo. Hoy el grupo está asociado en la empresa -Gaudium- y por la demanda, ya tienen obreros y hasta tuvieron que tercerizar la parte metalúrgica para cumplir con los pedidos. Aspiran, de ahora en más, a vivir de sus inventos. "Nos interesa que nos propongan problemas", dijo Edgardo. Por lo pronto, ya tienen otro desafío: crear un sistema de transporte de pallets para ajos.