El Gobierno provincial afronta riesgos al encarar un plan para otorgar incentivos económicos al sector olivícola, por la falta de rentabilidad que viene soportando a causa de los bajos precios de la aceituna. Sencillamente porque otros sectores con igual coyuntura -el de los ajos, por ejemplo- puede exigir y con derecho, un tratamiento similar y el gobierno tendrá que pulir argumentos para explicar por qué a unos sí y a otros, no. Además, aunque digan que es una ayuda por única vez, corre también el riesgo de ‘cebar’ al sector como ocurrió con la vitivinicultura que a lo largo de su historia consiguió sucesivos subsidios, con el argumento de ser el principal cultivo sanjuanino y emplear mucha mano de obra. En San Juan, la explosión olivícola se produjo en los años ‘90: Antes de la promoción agrícola San Juan cultivaba unas 5000 hectáreas con olivos, a las que se sumaron otras 11 mil gracias a la ley de diferimiento impositivo. Hoy la superficie es de unas 23 mil hectáreas, de las cuales, un 70% son aceiteras. Por la crisis internacional cayó la venta y todavía se venden aceites 2010 a U$S2.300 la tn. Hace 2 campañas atrás se comercializaban a U$S3.200.