Los productores sanjuaninos están preocupados por la proliferación de catas, que se han convertido en una plaga que arrasa con todo lo que encuentra a su paso con el objetivo de alimentarse. Pistachos, almendros, durazneros, ciruelos, damascos y uvas, todo lo que sea potencial fuente de alimentos es devorado por estas aves, provocando un gran daño a la producción agrícola. Al punto que desde la Dirección de Conservación y Áreas Protegidas están trabajando en un plan con medidas disuasivas para evitar un perjuicio mayor en el campo.

El problema, según explicó Andrés Ortega, titular del organismo, es que estas aves forman parte de las especies protegidas por la Ley 606L, de cuidado de la flora y fauna provincial. Y por lo tanto no se las puede exterminar. "Estamos haciendo una evaluación de la población y después vendrá un plan con medidas disuasivas", sostuvo. En la confección de ese programa participarán biólogos, veterinarios y el equipo técnico de la repartición.

El plan incluirá medidas disuasivas como la extracción de nidos en zonas cercanas a los cultivos y alarmas sonoras para alejar las aves. Pero no se pueden combatir con fumigaciones ni otros métodos que no están autorizados, como la colocación de venenos. Otra alternativa, como la colocación de redes, es muy costosa porque una hectárea con este sistema cuesta unos 11.000 dólares.

"Se trata de un tema complicado", reconoció el funcionario y agregó que la intención es "conservar la armonía entre la protección de las aves y evitar el perjuicio en el agro".

Las catas, cuyo nombre científico es Myiopsitta monachus, conocida como cata común o cata verde y en otros lados del país como cotorra, son plaga desde hace años en otras provincias argentinas. En otros lados hay experiencias de acciones para su combate bajando los nidos en la zonas productivas utilizando las hidros.

Entre los productores reconocen que viene creciendo la población de las catas, que esta época están en etapa reproductiva. Y se ubican cerca de los zonas de cultivos para alimentarse. Por esos días se comen, por ejemplo, las yemas, que son la parte indispensable de la vid, ya que son las que producirán el fruto de la cepa, la uva.

"Una bandada de catas se puede llegar a comer hasta el 15% de un parral", reconoció Eduardo Garcés, desde la Federación de Viñateros. Y dijo que año tras año viene creciendo la población de estas aves.

En San Juan se ubican en particular en el sur provincial, como Sarmiento, y después están en Caucete, 25 de Mayo y 9 de Julio. Y en Mendoza también producen importantes daños (ver aparte).

Los frutos secos son otro de los alimentos preferidos de las catas. Y de eso da fe Marcelo Ighani, pionero de este cultivo en San Juan. "Los mejores pistachos se los comen las catas", dijo el productor. Y habló de las dificultades de mantenerlas a raya. Contó que, por ejemplo, con las alarmas sonoras pasa que funcionan un tiempo. "Pero después se acostumbran al sonido y ya no sirven", expresó.

Las catas se pueden llegar a comer hasta el 25% de una hectárea de pistachos, que cuesta unos 3.800 dólares. Es decir que consumen unos 950 dólares que termina perdiendo el productor.

Pablo Martín, de la Mesa Vitícola y con propiedad en Caucete, contó que por las catas pierde, por ejemplo, la producción de las cepas que están más cerca de los árboles, donde las catas construyen sus nidos.

También hay importantes pérdidas en cultivos de almendros y en frutales, como durazneros, ciruelos y damascos, porque las catas picotean los frutos y después ya no sirven para consumir y menos para comercializar.

Ortega mencionó que las acciones para disminuir la población de estas aves en las zonas de cultivos deben ser ideadas con cuidado, para no infringir la ley. Incluso mencionó que algunos las atrapan y hasta las comercializan, lo que también está prohibido.

En Mendoza
La preocupación por la proliferación de las catas ha lleva a que en Mendoza el INTA haya decidido financiar cuatro encuentros en busca de un plan para disminuir el efecto dañino de estas aves sobre los cultivos.

Según consigna el diario Uno, se ha convocado a privados, investigadores y ambientalistas con la intención de consensuar líneas de trabajo para los próximos años.

El plan se da en medio de un intenso debate entre los que quieren erradicarlas y los que las protegen, como las sociedades ambientalistas.

Manuel Viera, ingeniero agrónomo y coordinador de la Asociación de Frutos Secos de Mendoza, dijo que "como no existe un único organismo que pueda resolver el tema, no queda otra que juntar a los sectores y ponerse a dialogar".

De ahí que el INTA haya decidido llevar adelante líneas de acción de forma participativa, con una meta simple: tener listo lo antes posible un plan para lidiar con las catas.