La ampelografía es la ciencia que se encarga del estudio, la descripción y la identificación de la vides y sus variedades mediante la descripción y comparación de sus brotes, hojas, flores, frutos, racimos, sarmientos y tronco.

Existen muchos autores desde la antigüedad que describieron variedades pero se acepta que fue el francés Pierre Galet, un investigador profesor del Departamento de Viticultura de Montpellier quien en 1940 desarrollo un método muy eficaz y que se aplica en la actualidad. Según Galet hay 59 especies dentro del género Vitis. Dentro de las Vitis vinífera hay un millar de variedades apropiadas para elaborar vinos, jugo de uva, pasas y fruta en fresco.

La más importante reserva genética de cepas se encuentra en Francia. Esta reserva cuenta con unas 5.000 variantes de vid, de las cuales aproximadamente 3.500 están perfectamente identificadas. Estas vides proceden de 35 países distintos.

El método permite validar y corregir los sinónimos que son ampliamente usados o para detectar diferentes variedades que pueden recibir el mismo nombre dependiendo del lugar.

Hoy el Instituto Nacional de Vitivinicultura está desarrollando un método de determinación ampelográfica a partir de imágenes digitales de la hoja. En San Juan durante mucho tiempo se habló de una cepa tinta como la Barbera que en realidad aplicando la ampelografía se trataba en la mayoría de los casos es Greco Nero, Bonarda o Corbeau. También la confusión de UgniBlanc con Gibbi, Alicante con Garnacha o Grenache, Cabernet Franc con Cabernet Sauvignon, Merlot con Carmener, o el caso del Torrontés con Malvasía y ni hablar del caso de los Pinot.

Saber que variedad se cultiva es de vital importancia para el viticultor y el bodeguero ya que se podrá aplicar las técnicas agronómicas y enológicas adecuadas para lograr el mejor producto.

Sin embargo, no funciona muy bien a la hora de distinguir clones, subvariantes o mutaciones. Además puede inducir a errores si la ubicación, las diferencias climáticas y las enfermedades han modificado la morfología de la planta.

Con el paso del tiempo, la ampelografía moderna ha incorporado el estudio del ADN de las variedades y ha logrado normalizar códigos de clasificación. En la actualidad se llevan a cabo proyectos para hacer análisis exhaustivos de ADN y establecer algo parecido a una huella genética de las variedades.

Entonces queda claro que el mercado no es lo mismo Tannat que Malbec o Bonarda que Malbec por citar algunos ejemplos. Si un viticultor ve interesante producir una uva en particular debe ir a comprar a viveros serios e inscriptos para tal fin y no comprar plantas de dudosa procedencia o al menor costo barbechos de segunda ya que le pueden vender cualquier cosa y cuando se detecta el problema el daño económico es muy grande.

No obstante nada es infalible 100% y se puede cometer errores comprando en lugares serios, pero esta dificultad cada vez es menor y hay un respaldo legal que prevé la legislación vigente en una sanción y resarcimiento económico que ampara al productor.

Existen en la Argentina cada vez más viveros que aplican las técnicas de Ampelografía y ADN para seleccionar los materiales a multiplicar a campo o en invernáculos. En ese sentido la clasificación y ordenamiento de las cepas es un tema constante de investigación y actualización de avanzada en centros de investigación como INTA, INV, universidades y en el sector privado que buscan clasificar y desarrollar las mejores variedades y clones apropiados para cada región.