Y en ese marco, los ministros Raúl Benítez y Raúl Mercau -encargados de la Producción de San Juan y Mendoza-, firmaron el viernes el compromiso de instrumentar políticas para que por lo menos el 30 % de la cosecha de uvas de esta temporada vaya a los lagares destinada a mosto (el año pasado fijaron un 20 %). No son caprichos, por supuesto: Es que habrá uvas rústicas suficientes y de buen tenor de azúcar para producir por lo menos 150.000 toneladas de mosto (en realidad sueñan con llegar a la venta récord de las 200.000 tn del 2007). El INV ya calculó en primera instancia que habrá un 17 % más de uvas en San Juan y un 1,7 % más en Mendoza, respecto de la temporada pasada. También habían viajado y se cercioraron de que el mosto tiene un excelente precio en las vidrieras del mundo y esa expectativa seguirá plenamente vigente; el vino blanco escurrido tiene magras perspectivas y precios desalentadores y todo permite deducir que el mejor negocio será esta vez elaborar el dulzón sulfitado del jugo de uva, camino a los concentrados requeridos por el mercado mundial. De hecho ya se insinúa que pese a que todavía no se ponen en movimiento los lagares, el precio del vino blanco escurrido se cayó hasta los 85 o 90 centavos, mientras que el mosto sulfitado está requerido y exaltado (por el "viejo" se paga por encima de 1.20, por ahora). Hay dos grandes firmas que estaban en el freezer -casi por dos temporadas- y que han anunciado su retorno a la elaboración y al mercado del mosto: Grupo Cartellone (ex Resero) a través de Viñas Argentinas y Gancia, que solía ser el operador de casi la mitad del mercado.

Por eso es que Benítez y Mercau convinieron el 30 % de cupo-piso para el destino de los racimos en Mendoza y San Juan, aumentaron las multas para los bodegueros que no cumplan con ese cupo (de los 6 centavos por kilo del año pasado, lo elevaron a 10, como penalización para los remisos en cumplir); acordaron ser justos y muy precisos en las compensaciones de los exportadores; dispusieron apoyo financiero-crediticio para los productores pequeños (de menos de 20 hectáreas, con uvas comunes y que vivan principalmente de sus fincas) que deriven sus racimos a mosto; se comprometieron a apurar los créditos blandos (a tasa 0 en el caso del Fondo de Transformación de Mendoza) tanto para cosecha y acarreo como para quienes opten por la producción de concentrado. Y por si fuera poco incentivo, anticiparon que estaban dispuestos si hiciera falta, a un operativo de compra de uvas para la elaboración de mosto por cuenta de las arcas fiscales y acotado a los productores chicos con uvas rústicas azucareras.