Mientras en Chilecito, La Rioja, la mesa de la COVIAR procuraba robustecer la alianza regional y definía los ejes vitivinícolas para los próximos 3 años (promoción interna y externa, búsqueda de mayor calidad, integrar toda la cadena), el mercado parecía haber entrado en "ebullición". Es que se agudizó la falta del vino tinto -no se consigue bajo los 2.30 por litro- y algunas de las principales fraccionadoras del mercado apuraron las importaciones desde Chile. En estos últimos días de operaciones, la situación del mercado a granel presionó también sobre los blancos: Las últimas transacciones registraron un valor entre $1,25 y $1,30 y de contado, valores que hasta no hace mucho se negociaban en 6 quincenas y por debajo de 1 peso. Encima, la confirmación de que las grandes fraccionadoras -RPB Baggio, Fecovita, Peñaflor-, están importando vinos desde Chile, intentando recomponer sus stocks antes de la próxima cosecha. La escasez de vinos de color, producto de una cosecha modesta, una oferta muy atomizada en poder de pequeños y medianos tenedores y las expectativas climáticas, ha provocado que los grandes fraccionadores no encuentren volúmenes suficientes y hayan cruzado la cordillera para importar vino tinto.
Entre las elaboradoras y exportadoras de mosto concentrado, el panorama se ha tensado. Restringida la demanda internacional (sobre todo Estados Unidos, donde suele ir al 60 % de nuestros despachos) y acotada la existencia de mosto -esta cosecha se elaboraron unas 120.000 toneladas- el negocio se ha empalidecido para la industria. Algunas de las principales mosteras han restringido su tarea ante la falta de expectativas comerciales y otras amagan con salir temporariamente al menos del escenario regional.
En Chilecito
Según los voceros de la COVIAR en Chilecito, "se fortaleció la mesa de la alianza vitivinícola regional", porque estuvieron y se hicieron oír todos los integrantes de esa mesa pública no estatal (también asistieron los gobernadores vitivinícolas -por San Juan acudió el vice, con Gioja en la India-, ministros de la Producción y técnicos del INV, el INTA y las consultoras comerciales). Tras oírse los chequeos y aportes que las entidades hicieron sobre la marcha del Plan Estratégico 2020 y sus unidades de ejecución, se acordó trabajar sobre tres ejes. Por un lado, la integración de los pequeños viñateros a la cadena, al quedar definidos los fondos del BID -50 millones de dólares que fluirán con el devenir de los proyectos de viñateros y bodegueros.
Por otro lado, se precisaron las metas de promoción en el mercado interno y en los mercados mundiales, estableciendo estrategias para conseguir los fondos del 2,5 % de las retenciones a las exportaciones vitivinícolas (unos 45 millones anuales). En el caso del mercado externo e interno, se trabajo en el impacto que quiere tener la actividad en los próximos meses en cuanto a la promoción del vino, ante la envergadura de sus competidores en el mercado, tanto en la mesa como en el esparcimiento. Además, se chequearon los cambios de hábitos, la evolución de las preferencias y se listaron las metas: Política de mayor calidad en las viñas y en las bodegas, integración de la cadena productiva, tarea persistente en los mercados interno y del mundo.