Uno de los temas que se instaló en el encuentro vitivinícola en Tecnópolis, donde se reunieron los principales referentes de las provincias vitivinícolas junto a las autoridades nacionales y más de 1.000 productores, para celebrar el primer año de la declaración del ‘Vino Bebida Nacional‘ por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, fue el tema del recorte de subsidios anunciado por el Gobierno nacional.

Tiene que ver con mantener uno de los tres pilares fundamentales que tiene este modelo -superávit fiscal, superávit externo y un nivel de reservas suficiente que pueda resistir un ataque contra la moneda nacional-.

La reducción de subsidios es razonable y hasta responde a un reclamo de los especialistas preocupados por el equilibrio fiscal. Pero este ‘aterrizaje forzoso debe asegurar una aplicación suave, controlado, para evitar las consecuencias de un shock que desequilibre todo el andamiaje‘. Por otra parte, el modelo no puede contradecirse y esta reducción de los subsidios -que tiende a proteger el equilibrio fiscal, uno de los pilares del modelo- no debe terminar destruyendo una de las políticas fundamentales, que es el resguardo y promoción de la industria nacional. Y sobre todo aquella que tiene un alto valor agregado, que tiene márgenes de rentabilidad mínimo en sus productos y podrían verse afectadas por el incremento de costos que derivaría de un tarifazo en los servicios.

Se supone al programa de reducción, racional y selectivo. El sector vitivinícola, a través de la Coviar y de los distintos actores, ya están trabajando para que no se ponga en riesgo la rentabilidad del sector afectando su competitividad.

Algunos economistas e industriales, estiman que ‘corresponde subsidiar a la producción cuando este subsidio está destinado a la inversión, pero es inadmisible cuando están destinados a los gastos corrientes‘.

MIRANDO EL CIELO
El clima sigue inestable y las tormentas han aumentado notoriamente la humedad del oeste vitivinícola. Por eso, los especialistas les insisten a los productores acelerar las curas para combatir las enfermedades criptogámicas -fundamentalmente, la botrítis y peronóspora- que en estos días tienen en las viñas y parrales el medio propicio para su pleno desarrollo.

En Mendoza, la cantidad de lluvia caída en noviembre superó la media anual de 200 milímetros, aunque en general, la evolución de los racimos en los principales oasis productivos continúa su avance sin grandes sorpresas.