Finaliza el 2012 y sería bueno poder analizar algunos aspectos de cómo le fue a la Argentina vitivinícola. En el aspecto global el saldo es positivo. El país va a terminar con un crecimiento del 8% en la venta de vinos con respecto al año anterior si se suman sus exportaciones y su mercado interno. Argentina se ubica hoy como noveno exportador mundial de vinos y el primero en mosto concentrado o jugo de uva. Desglosados serían para sus exportaciones un 25% en volúmenes y un 12% en dólares y para su mercado interno con un crecimiento del 3%, que no es poco teniendo en cuenta la caída que ha venido sufriendo en los últimos años.

A las fábricas mosteras tan mal no les fue y hasta octubre ya habían exportado por una suba del 27% en dólares, lo que equivaldría a más de 200 millones de dólares. Se espera cerrar el año con ventas de mosto concentrado por 145.000 toneladas, reflejado en un crecimiento del 7% en volumen ya que las exportaciones de vinos fraccionados han caído y este año se van a fraccionar unos 10 millones de litros menos de los 213 millones de litros que se vendieron el año pasado, es decir una caída del 5%.

El vino a granel también fue un boom ya que este año cerca del 44% del vino total exportado fue por esta vía. Muchas bodegas aprovecharon la oportunidad, sobre todo en un momento en el que el vino embotellado para entender de los empresarios corría mucho riesgo. No obstante la Argentina no está lejos en este porcentaje de otros países vitivinícolas, sobre todo en Europa que vieron en el granel una salida a la crisis. El sector bodeguero fraccionador exportador lamenta esta situación y lo pone en términos de catástrofe vitivinícola, porque no ha podido seguir creciendo a tasas tan altas como lo venía haciendo. Los grandes gerentes se han quejado y mucho, y sus lamentos muchas veces se han reflejado en la prensa con datos parciales que dan sensación de caos y que la Argentina se va a caer del mundo por falta de políticas serias, haciendo mucho hincapié en el tipo de cambio, aumentos de costos (entre ellos el salario) como si fueran las únicas variables de la pérdida de competitividad, sin analizar otros temas como los aspectos de productividad, eficiencia y capacidad de adaptación de nuestras bodegas. Es verdad que este sector ha tenido este año una reducción de los márgenes de rentabilidad en un 24%. Pero hoy la rentabilidad es del 5%. Los años anteriores fueron muy buenos con márgenes muy por encima de valores internacionales esperados para la actividad vitivinícola. Los volúmenes de ventas eran muy altos y todos sabían que esto era difícil de sostener. Pensar que todos los años íbamos a crecer por encima de un 20% no tenía un sustento lógico y mucho menos con la tensión que esto genera en nuestros competidores. Por eso hay que mirar el todo y no la parte que dice que hay derrumbe de la vitivinicultura.

COMPETITIVIDAD

Sin duda que el Gobierno nacional debe tomar acciones para mejorar la competitividad y exportemos valor agregado a través del fraccionamiento pero seguramente serán medidas que se van a concretar en el mediano y largo plazo. Tenemos que pensar que el mercado interno es también muy importante ya que el 70% del vino producido por las bodegas lo consumimos los argentinos y por lo tanto las políticas deben ser para un todo y no sólo para un sector. También hay que decir que la vitivinicultura nacional ha recibido este año 200 millones de pesos vía no pago de impuestos a los vinos espumantes, al aporte de los más de 3.000 pequeños productores que se han integrado a la cadena a través del programa Proviar, por devolución de los derechos de exportación, equipamiento y capacitación a las bodegas artesanales, entre otras asistencias. Rescato también en este 2012 la creación de Observatorio Vitivinícola Argentino, un organismo que ofrece toda la información vitivinícola del país y del mundo sin costo para que todos tengamos derecho a acceder a algo que antes estaba en manos de unos pocos. Seguramente esto llevará a que los mercados sean más transparentes. A mi modo ver la mejora de la competitividad a través de programas elaborados entre el sector estatal y el privado van a acompañar las inversiones necesarias en las bodegas para afrontar la pelea tanto en el merco interno como externo. Plantear en estos momentos caos no es justo. La que vivimos es una situación compleja pero para nada complicada.