El sector vitivinícola lamenta el alejamiento de los jóvenes de la cultura del vino y pese a muchos esfuerzos todavía sigue siendo poca la inversión que generen interés como ofreciendo un abanico de momentos en que se pueda consumir vino o ir hacia ello ofreciéndoles catas, zonas de copas en horarios de tarde, u otras ideas de ingenio a poner en la mesa. No podemos quedarnos con los brazos cruzados esperando a que vengan a consumir por sus propios medios. Hay que introducirse en el mundo de los jóvenes y seducirlos a que se familiaricen con la palabra vino.
Muchos estudios en el mundo, como uno reciente en España entre habitantes de entre 18 y 35 años, revelan la buena opinión en un alto porcentaje de jóvenes que piensa que el consumo moderado de vino beneficia la salud pero el vino no se encuentra entre ellos al nivel de otras bebidas como la cerveza o los refrescos, que ejercen una presión publicitaria mucho mayor sobre el mercado juvenil.
Un obstáculo para la inclusión entre sus hábitos de este consumo sería que los jóvenes asocian al vino a la cultura de sus padres y por otro lado rechazan el vino por considerarlo una bebida para adultos, difícil de entender y piensan que ello no ocurre con las bebidas de alta graduación, como fernet, gin, vodka, pisco, tequila, etc, y que beben mezcladas con gaseosas para ‘entonarse‘.
Está claro que hay que cambiar el discurso de algunos gurús y explicar el vino en forma mucho más sencilla.
Muchos jóvenes dicen que no beben vino porque no les gusta, no se identifican con el vino, cuando están con amigos no toman vino, y el vino es muy caro (‘para mayores‘, ‘nada que ver conmigo‘, ‘para celebraciones‘, ‘para entendidos‘. ‘para quedar bien‘ y ‘elitista‘). Un 40% opina que regalando vino siempre quedas bien; un 41% dice que consumir vino es saludable; un 40% que no es para todos los días; un 43% que es para momentos muy especiales y un 44% que el consumo de vino enriquece la comida.
Tienen una actitud crítica hacia el consumo alto de alcohol pero pese a tener está proyectada autopercepción, no por ello dejan de consumir alcohol. Eso significa que no hay demasiada culpa por su consumo. El estudio revela que el 85% de los jóvenes que se ha emborrachado en el último mes lo ha hecho con alcohol de alta graduación y el 22% manifiesta haberse emborrachado con cerveza. Solamente el 8% lo hizo con vino.
Las bebidas con alto contenido de alcohol de alta graduación es el tipo de alcohol con el que se emborrachan los jóvenes de forma mayoritaria y que es el que está más presente en las fiestas fuera de casa. Para el joven, el vino es un producto emocional y sentimentalmente distante. Por ello la motivación de consumo se ve así muy mermada. De la cerveza, por el contrario, se resalta que es una bebida refrescante, actual, sociable y, por supuesto, que es una bebida con sabor.
La cerveza está dentro del contexto emocional y relacional del joven y las bebidas de alta graduación como un estimulante.
El vino, por lo tanto, refleja un posicionamiento bastante alejado de lo joven y lo moderno.
Y sigue sin estar de moda.
No es una bebida con la que se identifique la juventud. Esta juventud pone al vino del lado de lo adulto y del saber. Una visión de ‘respeto‘ que les distancia del producto y su consumo.
Algo catastrófico: entre el 46% y 63% los jóvenes que no recuerdan haber visto u oído publicidad sobre vinos.
Estos datos indican que el vino está muy en desventaja y lo seguirá estando si no hay más promoción, más publicidad, más catas y degustaciones, más visitas a bodegas y utilizando un vocabulario muy sencillo. También la prensa especializada debe entender esto.

