Un importante dirigente vitivinícola graficó al estilo hollywoodense las sensaciones que por estas horas vive la actividad. "El panorama de la vitivinicultura nacional éste año, aseguró, lo va a sintetizar el título de la película "El año que vivimos en peligro", un film premiado que protagonizó Mel Gibson y Sigourney Weaver en la pantalla grande.
Sin duda lo que intentaba comunicar era como a partir de la caída inminente del volumen de la cosecha -están hablando de más del 25%- se ha desatado una ola de rumores que está pegando de lleno en los mercados del vino y lo condicionan. Otra de las hipótesis que manejaba el dirigente era que una vez solucionada las angustias de los pequeños y medianos productores por el valor de sus uvas -aquí nadie está realizando operaciones por debajo de los $0,60- y levantada la cosecha, los empresarios se encuentren con la incertidumbre de no poder vender el vino o el mosto. Y ya hay señales de preocupación. Como señalara Diario de Cuyo en su publicación del sábado pasado, y según un trabajo de la Consultora Marketing, Research and Technology, fue inminente la caída en las exportaciones de vino y mosto durante enero y febrero del 2009. Según el informe, el mayor desplome lo sufrió el mosto. Las ventas al exterior cayeron casi un 60% en volumen (13.122 toneladas menos que en 2008), y un 43% en dólares con respecto al año anterior. Al vino a granel no le fue mejor. Durante los dos primeros meses del año se exportaron sólo 19 millones de litros, frente a los 34 millones durante el mismo período de 2008, con una caída del 43% en volumen. Los ingresos en divisas bajaron, a su vez, 22,24%, con 11 millones de dólares vendidos al exterior en enero y febrero de este año, frente a los más de U$S 14 millones de ese período en 2008.
Pálidas
En los pasillos de las entidades otra inquietud aparece en danza. Según los observadores, ésta temporada la actividad va a estar tapada de dinero -créditos blandos de los gobiernos provinciales, subsidios de organismos internacionales, financiación para pequeños productores- pero se corre el riesgo que se produzca un desequilibrio entre una expectativa de precios razonables, con un mercado francamente en retroceso y recesión. Ante tanta "pálida", y a pesar de la merma importante en los volúmenes que confirmó el INV el jueves, -el organismo fiscalizador aseguró que la cosecha 2009 dejará menos uva de lo esperado, y según estimaciones en base al volumen acumulado a la semana número 12 de la cosecha (al 22 de marzo), cerrará con aproximadamente 2 millones de quintales por debajo de los 26 millones pronosticados en febrero. Es decir, 4 millones de quintales menos en relación a la temporada 2008-, algunos especialistas ya prometen que lo determinante del 2009 va a ser la calidad superlativa de nuestras uvas. De todas maneras, son concientes que el daño que ocasionó el clima en los oasis productivos de San Juan y fundamentalmente, en el Este de Mendoza -departamentos de San Martín, Rivadavia y Santa Rosa- zona que aporta más del 50% al total del volumen nacional, son los que han impactado en la merma de la nueva vendimia. José Luis Lanzarini -presidente del Fondo Vitivinícola Mendoza y empresario bodeguero del Este- fue contundente y aseguró que en el oasis Este de la provincia "hay 50% de merma en variedades criollas, 30% en variedades tintas". Según el dirigente empresario, la peronospera sufrida por los cultivos producto de las intensas lluvias del año pasado y éste nuevo concepto de "la onda de calor" que ha aparecido en el lenguaje vitivinícola luego de investigaciones de científicos australianos -que superando 3 o 4 días de temperaturas entre 33º y 34º sostenida, se produce en el grano una deshidratación que afecta directamente en el tamaño de la valla y da una mayor concentración en azúcar-, han impactado de lleno en la nueva cosecha.
Muy pocos técnicos, advirtió Lanzarini, "estimaron lo que realmente estaba sucediendo con la cosecha, es decir "el racimo estaba, pero el peso y el tamaño de la valla era menor". Mientras tanto, el mercado de traslado está a pleno. Hay una demanda importante de bodegas que se han quedado "cortos" en sus estimaciones para cubrir sus compromisos comerciales, y están saliendo a comprar. Por eso, en un año que se presenta complejo y macro-económicamente recesivo, hay una sensación que los mercados tanto internos como externos se están poniendo "muy duros" y hoy, son la gran preocupación y aparecen como el "talón de Aquiles" de la actividad.

