Un informe de la vitivinicultura argentina, realizado por Javier Merino en diciembre de 2018; señala que en las últimas tres décadas la superficie total plantada de viñedos de uva para vinificar en Argentina se ha mantenido casi constante con una expansión promedio anual del orden del 0,4%. El autor estaca que visto así, aparece como un sector estancado, sin embargo, es una de las vitiviniculturas de mayor transformación internacional en variedades plantadas, regiones y tecnología y así compitió con éxito en el exigente mercado mundial que atravesó en ese período su mayor internacionalización y la expansión más significativa de nuevos mercados. El éxito del Malbec es indiscutible. Pasó de 42 mil hectáreas en 1980 a 10 mil en 1990. Volvió sobre sus pasos de la mano del éxito internacional y en 2018 superó la cifra de hace 40 años, claro que ya no en las mismas regiones y con la misma tecnología. En casi tres décadas se han plantado casi 140 mil hectáreas de viñedos, el 70% de la superficie actual. La inversión se repartió entre reemplazo de plantaciones existentes y otras nuevas y se puede estimar que se invirtió por lo menos 2 mil millones de dólares, sin tener en cuenta la adquisición de tierras. Un conjunto reducido de 11 variedades se expandieron en casi 78 mil hectáreas y hubo una reducción del resto de más de 140 variedades en más de 76 mil hectáreas. En un total de más de 140 departamentos sólo 8 mostraron un crecimiento de la superficie plantada en la última década. Más allá de los mercados, la disponibilidad de agua se presenta como una restricción importante para que esta tendencia se prolongue.

El año que concluyó, casi 24 mil millones de pesos, medidos en moneda de junio de 2018, fue el valor de la producción de uva para vinificar en el país. Casi un 6% más bajo que en 2017 y un 5% más elevado que el promedio histórico. El promedio por hectárea resultó en 117 mil pesos, por encima de los costos promedio de producción, aunque como todo promedio hubo una importante cantidad de productores que no alcanzaron el equilibrio. Es posible también, que una caída de demanda de uvas en combinación con un rendimiento igual o superior en la temporada 2019 deje este valor promedio por debajo del equilibrio. Las perspectivas de 2019 y eventualmente de los próximos dos o tres años parecen indicar un panorama complicado para el sector vitícola, especialmente el que deriva uvas para segmentos de precios más bajos cuyo destino es el mercado interno. Hay una falta de viabilidad de largo plazo en una porción importante del total de viñedos y la atracción de inversiones en ellos es nula a menos que se reconviertan a variedades más rentables, se apliquen nuevos paquetes tecnológicos que reduzcan costos y/o aumenten rendimientos, ocurra un poco probable aumento de precios de la uva o cambie el contexto impositivo. Si alguno o varios de estos cambios se dieran aun así un cuarto de la superficie total tiene problemas de sustentabilidad, es decir unas 30 mil hectáreas de uvas para vino.