En la 8ª edición del prestigioso congreso internacional Wine and Health 2017, realizado recientemente en España, 200 científicos de todo el mundo expusieron conclusiones sobre los beneficios del vino para la salud. Este importante evento reunió a los mayores expertos mundiales en el ámbito de la medicina, la nutrición, la dietética y la alimentación. Allí se expusieron las nuevas líneas de investigación, así como las últimas novedades en cuanto al estudio sobre los beneficios del vino sobre la salud.


Destacan los estudios sobre cómo el consumo moderado de vino disminuye la incidencia de diabetes, enfermedades de deterioro cognitivo y cómo el vino ayuda a la prevención de la obesidad, actuando como prebiótico.


La celebración de Wine and Health expuso evidencias científicas de los efectos del consumo moderado de vino, justo en un momento en que las políticas europeas en relación al consumo de alcohol se endurecen, y muchos consideran al vino como una bebida alcohólica y no como un alimento que, consumido con moderación, es saludable. De hecho, se considera que el consumo de vino es responsable del 25% de los efectos beneficiosos de la dieta mediterránea en la prevención de la enfermedad cardiovascular, el cáncer y otras enfermedades degenerativas.


Durante la anterior edición, se comunicaron evidencias científicas que dieron legitimidad a la inclusión del vino en una dieta saludable para toda la población. 


Las 8 principales conclusiones del congreso fueron:


1- El consumo moderado de vino reduce el riesgo de mortalidad global (muertes por cualquier causa) en hombres y mujeres de todas las edades. Los consumidores moderados de vino tienen un riesgo un 25% inferior de fallecer que los abstemios y también que los bebedores excesivos.


2- El consumo moderado de vino reduce el riesgo de sufrir un infarto de miocardio o un accidente vascular cerebral tanto en hombres y mujeres, comparado con los abstemios. Estos efectos se atribuyen a una acción protectora sobre la hipertensión, diabetes, obesidad, perfil lipídico y sistema de coagulación.


3- El consumo de vinos blanco y tinto mejora el metabolismo de la glucosa y aumenta el colesterol beneficioso (HDL) en los pacientes diabéticos.


4- Los polifenoles del vino ejercen propiedades prebióticas, favoreciendo la microbiota intestinal saludable.
5- El consumo de vino y concretamente del resveratrol que contiene se asocia a mayor longevidad. Este efecto es similar al que se observa tras el seguimiento de una dieta hipocalórica, pero sin la pesadumbre que ello comporta.


El consumo moderado de vino reduce el riesgo de deterioro cognitivo y de demencia. Cada vez se dispone de mayores evidencias del efecto del vino y sus componentes bioactivos sobre la preservación de la función mental en las personas de mayor edad. La ingesta de 100 ml de vino al día es suficiente para retrasar o impedir el desarrollo de un deterioro cognitivo en las personas de mayor edad (>65 años).


6- El consumo moderado de vino se asocia con una menor incidencia de ciertos cánceres. Los resultados del estudio francés CANCERCOOL que ha seguido a 35.292 varones durante más de 25 años sugieren que un 75% de los cánceres de pulmón, labio, cavidad oral, faringe y laringe podrían reducirse mediante el consumo moderado de vino, de forma similar a como lo hacen las frutas y las hortalizas. En cambio, el consumo de otras bebidas alcohólicas se acompaña de mayor riesgo de este tipo de cánceres. El tema de la relación entre alcohol y cáncer es uno de los más debatidos y resultados recientes sugieren que el vino podría tener un efecto diferente al de otras bebidas alcohólicas.

El vino previene el envejecimiento de la piel.


7- El alcohol del vino, los polifenoles y los otros componentes del vino tienen efectos protectores diferentes (y complementarios) sobre células, tejidos y órganos. Merecen destacarse el efecto vasodilatador del óxido nítrico sintetizado por el endotelio vascular que reduce la presión arterial en sujetos hipertensos, el aumento del HDL-colesterol y apolipoproteínas A1 y A2, que se asocian a cardioprotección, y la reducción de la resistencia a la insulina y, con ello, del riesgo de desarrollar una diabetes.


8- El vino debe incluirse dentro de una dieta saludable, como la dieta mediterránea. Estudios recientes señalan que el vino sería responsable del 25% de los efectos protectores de la dieta mediterránea sobre la salud.
Para mantenerse joven.


Según la Fundación para la Investigación del Vino y la Nutrición (FIVIN) para ayudar al cuerpo es recomendable mantener una dieta rica en antioxidantes que proporcionen la protección del organismo. Un ejemplo de moléculas son los polifenoles, presentes en el vino, y que son unos compuestos con un potente poder antioxidante, por encima incluso de las vitaminas E y C, según los estudios realizados. Actúan donando electrones (o hidrógeno) a los radicales libres para neutralizarlos, interrumpiendo así la cadena de oxidación de las macromoléculas biológicas.


De esta forma, el consumo moderado de vino ayuda a proteger al organismo de enfermedades provocadas por el daño oxidativo en las células. 


Por ello, desde hace unos años, la vinoterapia se ha convertido en uno de los tratamientos más utilizados tanto por hombres como mujeres con fines terapéuticos. Un tratamiento utiliza uvas, jugos antes de fermentar, vinos y aceites de pepita de uva. El vino se ha usado a lo largo del tiempo, ya en tiempos del rey Luis XIV las mujeres lo usaban para el cuidado de la piel.


El vino reúne tres requisitos básicos para mantenerse joven: polifenoles, el antioxidante más potente del mundo vegetal, el resveratrol, eficaz antídoto antiedad y la viniferina de savia de vid, la molécula natural más eficaz contra las manchas.